jueves, 10 de julio de 2014

Y el demonio bolivariano se instaló en España




Parece mentira que desde un país con los niveles de corrupción y paro que tiene España, con la creciente desconfianza que generan los políticos, los banqueros, la monarquía, la iglesia, alguien tenga el descaro de mofarse de los líderes de otros países. (Jordi Soler)









Michel de Montaigne hacía ver que "el verdadero campo y objeto de la impostura son las cosas desconocidas", porque al desconocerlas, no podemos aplicarles "razonamientos comunes" y por esto mismo "nos privan del medio de combatirlas". Más adelante, en el mismo ensayo, Montaigne añade: “nada se cree tan firmemente como aquello que menos se sabe”.

Es verdad que lo mínimo que puede esperar un partido político [Podemos] que irrumpe con esta fuerza es una catarata de descalificaciones de los que, a causa de esta irrupción, ven peligrar su posición en el mapa político, pero, de todas formas llama la atención que entre la catarata de insultos y descalificaciones, la derecha mediática, y también algunos que suponíamos de izquierda, acusen a Pablo Iglesias de estar inspirado, e incluso asociado, con líderes latinoamericanos como Evo Morales o, en su momento, el Comandante Chávez, es decir, con ese concepto que en España lleva cuernos y cola de flecha y huele a azufre, que es lo bolivariano.

Al margen del porcentaje de bolivarianismo que este partido político pueda tener, resulta sintomático que al líder de Podemos se le quiera desprestigiar asociándolo con estos líderes de los que en España, y en Europa en general, no se conoce más que la caricatura que la prensa ha hecho, durante años, de ellos.

Descalificar a Iglesias por la relación que pueda tener con estos líderes, es la parte visible de un problema mayor, que es la profunda ignorancia de Latinoamérica que existe en España, una ignorancia que, en estos momentos críticos, es francamente suicida.

Estos líderes tan caricaturizados han hecho un montón de cosas positivas para sus países que en España interesan poco porque es más fácil, y sobre todo más útil, encasillarlos en su papel de líderes populistas, otro término que aquí tiene proporciones diabólicas y, sobre todo, parece que el populismo es un mal que viene de fuera, que se trata exclusivamente de una plaga latinoamericana, cuando la verdad es que aquí, cada día, oímos declaraciones rigurosamente populistas de algún líder político.

Antes de criticar otros regímenes políticos, con esa frivolidad y ese desparpajo, deberíamos mirarnos con seriedad al espejo, pero no al espejo deformante, que proponía el cada vez más vigente Valle-Inclán, y que refleja una realidad distorsionada, esperpéntica.

Porque decir "esperpéntico" es tan inútil como decir "populista", o "bolivariano", son términos muy frondosos con los que, de forma parcial y simplona, pero muy efectiva, puede atacarse al enemigo. La idea de Montaigne "nada se cree tan firmemente como aquello que menos se sabe", se aplica perfectamente a la reacción que provoca en España lo bolivariano, un concepto que se ha fijado en el discurso nacional, en su versión más nefasta, con una firmeza que es producto de lo poco que se sabe del bolivarianismo.

Parece mentira que desde un país con los niveles de corrupción y paro que tiene España, con la creciente desconfianza que generan los políticos, los banqueros, la monarquía, la iglesia, alguien tenga el descaro de mofarse de los líderes de otros países.

Mucho más grave que el populismo y el bolivarianismo de Podemos, es lo que este partido político ha venido a poner en evidencia, lo que hay debajo del terror a lo bolivariano, que es una mezcla de la ignorancia de lo que ocurre en aquellos países, esa ignorancia que produce una idea en la que se cree firmemente, más, en el caso de Evo Morales, un componente de discriminación racial, que le ha granjeado el título de “líder exótico” y lo ha hecho protagonista de aquel episodio bochornoso, en el que el Gobierno español se desentendió de la hermandad hispana cuando el avión del presidente Morales, bajo la sospecha de que Edward Snowden iba a bordo, fue inmovilizado en el aeropuerto de Viena.

España tiene en Latinoamérica a su gran aliado y de momento, a pesar del discurso oficial que habla todo el tiempo de la hermandad con aquellos pueblos, no se ha puesto, de verdad, a cultivarlo. Basta ver cómo se trata a los inmigrantes ecuatorianos o bolivianos en las ciudades españolas, la forma en que los acosa, sin más motivo que su aspecto, la policía; o esa idea excéntrica y sumamente imperial, que merecería más reflexión y mucho más autocrítica, de llevar al rey de España a las cumbres latinoamericanas, a esos países donde los reyes son cosa del pasado remoto, o de los cuentos para niños y, en todo caso, parte de una época oscura de la que tuvieron a bien independizarse.


Artículo de Jordi Soler, escritor (extracto)