La firma británica de lencería y artículos eróticos, Ann Summers, decidió fijar en el calendario el 31 de julio como Día Internacional del Orgasmo. Aunque esta idea surgió con fines comerciales, ahora más de diez años después, la población de todo el mundo celebra esta día lo mejor que puede.
Un 67 por ciento de las mujeres heterosexuales admite fingir orgasmos de forma ocasional según las investigaciones del Journal of Sex Research  publicadas en 2011. Mientras, un 20% de los hombres encuestados en otro estudio publicado por William McKibbin (profesor de psicología en la Universidad de Michigan) no creen que las mujeres hayan fingido nunca un orgasmo con ellos.
¿Por qué se fingen los orgasmos?
Los hombres no deben sorprenderse mucho con la cifra de mujeres que fingen un orgasmo ya que este mismo estudio de MKibbin revela que, aunque parezca complicado, un 28% de los hombres también lo han fingido en ciertas ocasiones.
Lo realmente sorprendente es el escaso número de investigaciones sobre el clímax y el placer sexual que existen entre la comunidad científica. Un tema tratado con frecuencia en revistas para el público femenino pero inexplorado por la ciencia. Sin embargo, en los últimos años varios estudios abrieron el debate sobre el verdadero origen de le petite mort.
Erin B. Cooper, doctora en psicología en la Universidad de Temple, publicó en 2013 la investigación The Faking Orgasm Scale for Women: Psychometric Propertie donde, por fin, se revelan algunas de las razones para fingir un orgasmo. Para Cooper, siguiendo una muestra en 1500 mujeres, la razón principal es el “engaño altruista” para satisfacer a su pareja sexual. Con menos frecuencia, las mujeres fingen el orgasmo para evitar la propia discusión interna con ellas mismas, creen que algo falla cuando no llegan al clímax.
El origen del orgasmo según los científicos
Para Barry Komisaruk, co-autor de The Female Orgasm, llegar al orgasmo es más difícil de lo que parece ya que no solo interactúa la atracción física sino que las emociones también deben formar parte del momento.
Lo que sucede después es bien distinto: “la mayor parte del cerebro se queda en silencio”. La mente se queda en blanco y entonces, solo entonces, tener un orgasmo parece más sencillo que fingir uno.