miércoles, 11 de enero de 2012

LA LUZ DE UN ARTISTA INTEGRAL


Si yo tuviera la sabiduría popular de Emilio José -ese don por el que una persona parece provenir de otro tiempo- podría decir que, aunque lo frecuente nada más que desde hace cinco años, lo conozco desde hace cinco siglos. Cinco siglos parece tener de existencia este cantautor que hereda en su garganta toda la quebrada desazón del cante flamenco, que él alivia de rigores, convirtiéndolo en algo mas dulce, sin que la dulzura, como en otros casos, suponga afectación alguna. Emilio es natural de tierra brava cantaora y no podía ser de otra
manera cuando la manera es meterle al nido de la canción el pájaro terrible del cante jondo.

Su voz rompe y mece en esa claridad rota, en esa síntesis y en esa sinestesia, está su poder,
que es el de trasladarnos a un mundo sonoro de contrastes en el que asoma la pluma del ángel y la propuesta oscura del demonio. Apolo y Dionissos, dicho de otra forma, sin que él lo sepa, aunque, más de una vez, al escucharse la voz entreverada de brisa y de tormenta, lo haya intuido.
Emilio José, además, es compositor, y todo esto lo aleja de una turba de vocalistas mediocres que quieren comparársele como si al vinagre le fuera posible acercarse al San Patricio y sin rubor alguno. Que muchos nos dediquemos a una misma cosa no quiere decir que nos haya elegido, ni que la acariciemos, porque, en más de un caso, solemos castigarla sin la piedad que esgrimía el conocimiento. Y, por otro lado, no conviene confundir Arcos de Jalón con Arcos de la Frontera, el culo con las témporas, o lo que es lo mismo, la interpretación con la creatividad porque se corre el riesgo de aparecer como bobo. Emilio José hace las cosas espléndidamente porque es un artista integral, un pura sangre que lo mismo da a la luz una música, la expande y, para completar el cuadro, lo hace con letra propia, que es lo que ahora presentamos con la propiedad y la ventaja de haberlas voceado muchas veces, desde que ganó avasallando el Festival de la Canción de Benidorm con Soledad, un nombre, y una historia de amor, que nos ha dado compañía a muchas generaciones. Es curioso que, por dicho evento concursante, tuve una noticia de Emilio José que no procedía de la pequeña pantalla, ni de las emisoras de radio, la prensa seria o la del corazón, las cuales, desde aquel momento, se llenaron de amapolas, campo, matorrales, aldea, agua, manantial, luz y ternura sin que se quebraran, porque, en lo mas lisonjero -la extraordinaria canción de Emilio- tampoco sobraba un ápice de tanto peso. Fue el gran poeta Ángel García López -jurado en el premio junto con otros destacados líricos- quien me la dio, sorprendido, desde luego, por la calidad de la letra. Desde entonces tuvimos un compañero que llevaba una guitarra con la que acompañaba su asombro, las cosas dándose golpes de belleza. El tiempo, que aligera el mundo de mitos para presentarnos a las personas de carne y hueso, me lo trajo después, y no puedo sustraerme a la tentación, tal vez tópica, de asegurar como en trato mejora una imagen difícilmente superable. Emilio José es una gran persona, y por eso, cuando canta, parecece que ha venido al mundo para aligerarnos de una remota deuda. No podía ser de otra forma porque, detrás del artista, si hay emoción y luminosidad, se esconde un hombre de una pieza, que se transfigura para transfigurarnos. Se transfigura desde el único tiempo en que uno tiene capacidad para hacerlo: desde la infancia, que a él, le alhaja el ánimo. Decía Baudelaire que el genio consiste en recobrar la niñez, y, así, uno se explica que a Emilio no lo abandone ni una ni otra cosa. El corrió por sus campos natales andaluces, se llenó de gloria y aún le revienta el sol del tiempo que no cesa, el de nuestra patria más duradera, esa que tiene su capital en los primeros años. Después, tuvo que irse a Cataluña. Pero ya llevaba consigo el hado que es pródigo en claridades.
Las letras que en este volumen nos brinda es muy difícil imaginarlas sin música. Emilio José se ha acostumbrado a acunarlas con los seis puñales mágicos de Vicente Espinel, y, sin ellos, sangran menos de luces. Pero si no podemos decir que brotan como poesía, en el sentido que modernamente establece y exige el término, sí podemos asegurar que irrumpen orladas por un legítimo acento de lírica popular que nos transporta a las fechas sencillas del corazón. Y eso es el chorro de inmensas sonoridades: corazón. Corazón y trabajo, porque, entre tanto entusiasmo de admirador y de amigo, se me olvidaba decir que Emilio, por encima de todo, es un profesional al que cuando le llega la inspiración lo coge trabajando. Ya se sabe que el arte es una larga paciencia, un acoso a las musas, un quehacer que sólo extenúa si el trabajo intenso en algo afloja. Mas con una condición o cualidad previa: talento. Emilio José participa de dicha dualidad enamorada. Y, en esa plenitud, no es extraño que enamore con lo que hace.

ANTONIO HERNANDEZ

Firma para que los maltratadores de animales vayan a prisión y tengan una condena

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Un acertante de la localidad cordobesa de Fernán Núñez cobrará 110.053,68 euros por un premio de segunda categoría en el sorteo de la Bonoloto celebrado este martes, según la información facilitada a Europa Press por Loterías y Apuestas del Estado. CÓRDOBA, 11 (EUROPA PRESS) El boleto sellado en la administración de loterías número 1 de Fernán Núñez es uno de los dos que ha resultado acertante de segunda categoría --cinco aciertos más el complementario-- en dicho sorteo junto a otro validado en Zalamea de la Serena (Badajoz). De primera categoría --seis aciertos-- no existen boletos acertantes, por lo que con el bote generado que se pondrá en juego en el próximo sorteo de Bonoloto un único acertante podría ganar un total de 1.800.000 euros. La combinación ganadora fue la formada por los números 3, 19, 22, 23, 29 y 47, con el 9 como complementario y el 8 como reintegro. La recaudación del sorteo ascendió a 3.044.475,50 euros.