sábado, 28 de febrero de 2015

HOMENAJE A UNA BUENA PERSONA EN EL DIA DE NUESTRA ANDALUCIA VA POR TI

    EL PEZQUEÑIN:
    Un dia, el pez más pequeño del Guadalquivir se percató de que en el rio habían echado muchas truchas americanas, albures, y otras especies que él desconocía, el pezqueñin, se sentía sometido, abrumado, acojonado, casi ahogado, porque de vez en cuando, una mano lo sacaba por segundos del agua, de su entorno habitual, nadaba poco en las aguas, y le faltaba el aliento, se removía nerviosamente, se agitaba rozando la asfixia, y la mano castigadora lo soltaba detrás ...de la aceña, mirando a Canama, y así, continuaba sus horas, siempre con las escamas de punta por el miedo, por el acoso de los dedos de los fantasmas del miedo. Pero un día, en un preciso momento, se dió cuenta que estaba creciendo y que podía huir hacía espacios más amplios, le llevó mucho tiempo hacer el camino, pero llegó al océano, y despistado en el estrecho, encontró la claridad del Mediterráneo hasta que encontró una isla: Ibiza.
    Allí, los demás peces, le ayudaron a cruzar por las calas hasta Formentera, y que podía moverse con soltura, vivir en el lago de los peces privilegiados, mansos, cordiales, autóctonos y libres.
    Entendió que había olas, que había montañas de sal, que las personas que utilizaban las orillas se movían naturales y que no lo acosaban. Algunos de los suyos habían encontrado otros caminos y también tuvieron que emigrar, pero é era feliz, tenía una sensación placentera y extraña, soñaba con sus paisajes, con los olores del sabor del agua dulce. Allí donde estaba dejó sus huellas, y en un segundo decidió que se tenía que endorfinar la fuerza, que no debía ceder, que aún estaban los suyos; ya fuera en el río o en el océano, los tenía que volver a encontrar, volvió a sus aguas, pero en vez de buscar los paisajes que recordaba, encontró una ciudad preciosa en su conocido Guadalquivir y se quedó a vivir debajo de un puente ruidoso pero donde lo habían acogido con mucha tranquilidad, había un mágico pacto: vivir, dejando vivir y se estableció en ese banco racial donde coexistían plácidamente.
    En un momento, tuvo la intuición de la necesidad de ver como estaban los espacios donde vió los reflejos, y echó a nadar torpemente hasta encontrarse de nuevo con su Aceña, con su Canama, pero !pobre pez!, se encontró un río semi-seco, unas manos más grandes y poderosas, unos dedos más fuertes que cada vez le apretaban con más odio por no formar parte de sus espacios, de sus entornos.
    El pez, sigue vivo, la última vez que lo ví seguía luchando por mantener su especie pero de ahí en adelante, sabe que los pescadores buscan devorarlo, que las ratas nadan y muerden para mantenerse fuertes.

    El pez, está loco, quiere seguir luchando: contra las manos, contra las ratas, contra las especies que ván por él.

ANDALUCIA MI TIERRA


POEMA DE ANTONIO GALA
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POEMA ANGELIQUE PFITZNER