sábado, 25 de agosto de 2012

La operación de vagina las vuelve "locas"

Imagen ilustrativa.
Imagen ilustrativa.
Según expertos, la intervención llamada labioplastia, utilizada para corregir los labios genitales, afecta psicológicamente a las mujeres. Profesionales recomiendan buscar otras alternativas en lugar de recurrir a una cirugía de la cual se sabe muy poco.
De acuerdo con el Servicio Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido, el año pasado se realizaron alrededor de 2 mil labioplastias, y no sólo eso, sino que en los últimos años la incidencia de esta operación se ha multiplicado dramáticamente.
No obstante, los especialistas coinciden en que no existen regulaciones sobre la operación, y tienen dudas sobre las consecuencias psicológicas que pueda traer a futuro, además de preguntarse si las pacientes reciben toda clase de apoyo psicológico.
La doctora Lih-Mei Liao, psicóloga clínica de los Hospitales de la Universidad de Londres, señala que las mujeres que desean una labioplastia requieren de mayores oportunidades para hablar de lo que las preocupa.
“Las preocupaciones sobre los labios genitales son esencialmente psicológicas. Cuando una mujer dice que está preocupada por sus labios, los cirujanos escuchan la palabra ‘labios’ y operan. Yo escucho la palabra ‘preocupadas’”, señaló.
Sarah Creighton, especialista en ginecología, señaló que o que se debería hacer “es buscar alternativas a la cirugía para que las mujeres puedan tener otras opciones en lugar de recurrir a una operación de la cual saben muy poco”.
La Asociación Británica de Cirujanos Plásticos y Estéticos está sugiriendo que se instituya un análisis psicológico obligatorio previo a la cirugía cosmética.

Terror por mujer fantasma en la ruta

La imagen fue vista siempre de noche por automovilistas.
La imagen fue vista siempre de noche por automovilistas.
La imagen de de "una joven, delgada y buen aspecto" tiene atemorizados a todos los conductores que circulan por el sector norte de la autovía provincial 1, en La Banda, Santiago del Estero. Según los testimonios, aparece en la banquina y luego sentada en los autos.
Las historias sobre sus apariciones empezaron en abril de este año, con el testimonio de un vecino del barrio San Fernando. Según su relato, primero apareció en la banquina de la ruta, y a los pocos segundos el espectro estaba sentado en el asiento del acompañante. Él se aferró al volante esperando a que todo pasara. De vez en cuando miraba de reojo. Pero ella, toda vestida de blanco, no se inmutaba. Así sucedió todo hasta que desapareció.
A partir de ese momento, fueron muchos los que aseguraron vivir la misma inquietante experiencia, exactamente a la misma altura de la ruta. A tal punto comenzaron a sucederse los relatos que muchos conductores empezaron a tomar caminos alternativos, publicó elliberal.com.ar.
Uno de los relatos más atemorizantes es el de un joven al que se le detuvo el auto en plena Ruta 1, y cuando se bajó para averiguar el problema que lo había hecho detenerse, apareció una luz muy fuerte que lo atemorizó y lo hizo volver a entrar al auto para refugiarse. Pero apenas entró, notó a una mujer “joven y bonita” que se había instalado en uno de sus asientos traseros. El temor hizo que tratara de arrancar el auto. Increíblemente ahora funcionaba todo perfectamente.
La escena continuó hasta que llegó a la zona poblada del barrio El Paraíso, en Santiago del Estero, y el espectro desapareció sin decir una palabra ni cruzar una mirada. Lo único que hizo mientras estuvo dentro del auto fue mirar fijamente por la ventanilla y dejar en pánico al conductor. Lo cierto es que, haciendo archivo, la historia parece repetirse en otras provincias del país. Incluso hay una mujer fantasma de similares características en Balleroy, en el norte de Francia.
Se puede dudar. Siempre vale el escepticismo. Pero los testimonios de este caso son cada vez más. ¿Se tratará de la víctima de un accidente? ¿Será un familiar que nunca olvidó la escena? ¿Un antepasado que volvió a su tierra? ¿O simplemente una fábula que no conoce fronteras? El resto es creer o reventar.

Rubén Díaz Caviedes: A favor de Cecilia

Rubén Díaz Caviedes: A favor de Cecilia


Me niego en redondo a aceptar la idea, o a hacerlo sin rechistar, de que la señora que pintó el ya bautizado como Ecce Mono esté malísima en cama, con un ataque de ansiedad y no sé cuántas cosas más, estando las rotondas de España, como están, cuajadas de esperpentos mucho peores. Me dirán simplista, populista o gilipollas perdido, pero es que me da igual.
Me niego a que la broma sea de repente la anciana infeliz que pintó un busto de Cristo entre cubista y mal, y no el artista, el concejal y el contribuyente que cobra, contrata y paga, respectivamente, patatas atómicas, gurruños y monumentos a los poetas. Me niego a que haya que reírse de ella o profesarle siquiera condescendencia en un país donde los asesores de urbanismo corruptos tienen en el baño mirós de millones de euros y medra con dinero público la espantajería calatravesca, mientras iglesias de siglos de antigüedad —aquí una, aquí otra, aquí otra, otra más, otra, otra y otra, por poner unos ejemplos— se nos caen ante nuestros ojos sin que nos dé siquiera vergüenza. En un país, como el nuestro, en el que lo que entendemos por “conservación del patrimonio” es convertir los palacios en posadas rurales y ponerle a un castillo del siglo XII un ascensor de metacrilato.
Me niego a aceptar que la obra Mujer luna del ínclito Ripollés —creador que les sonará de cierta escultura en cierto aeropuerto sin aviones— se parezca tanto, pero tanto, al eccehomo resultante de las manos hacendosas de Cecilia, y a que uno valga tanto y el otro tan poco. Me niego a que la octogenaria que quiso rescatar de la podredumbre y la humedad una pintura exquisita de finales del XIX tenga que redimir su pecado pidiendo perdón y llorándole a España por las cámaras de Telecinco, tu cadena amiga, mientras el amigo Ripollés se te planta tan ancho en la preceptiva rotonda a inaugurar esto y a reclamar sus 300.000 euros del dinero público más, ojo, 127.000 de sobrecoste. Es que me niego, puestos a negarse, hasta a que restauren el eccehomo, por muy hecho un ídem que haya quedado. Ni por perpetuar la coña ni por avivar el turismo del pueblo. Que no lo restauren porque no nos los merecemos.
Me niego a que el preceptivo concejal de cultura, un tal Juan María Ojeda, haya corrido a amorrarse al micrófono para anunciar que un solvente y cualificado equipo de restauradores profesionales ya se dirige al pueblo haciendo derrapes por el desierto de Los Monegros para intentar rescatar ahora, ¡ahora!, esa misma figura que hasta hace un mes, y desde el siglo XIX, se descascarillaba de puro olvido. A tener que oír de su boca, como hay que oír, que el Ayuntamiento “no descarta emprender acciones legales” contra la octogenaria pese a que “se trata de una situación delicada”, porque el hecho es que “una persona ha entrado en una iglesia y ha actuado por su cuenta y riesgo y eso es una agresión al patrimonio artístico”. A oírlo después de leer su programa electoral y sus propuestas para el Santuario de Misericordia, donde a la obra de Elías García Martínez le vencían las décadas, o el programa electoral de sus socios de gobierno, también abundante en verbos como “fomentar”, “desarrollar”, “potenciar” y “promocionar” pero en el que de nuevo no figura, por más que se busca, promesa alguna de restaurar el puñetero eccehomo o protegerlo, al menos, de los siglos y las vecinas.
Me niego a pensar que del error de esta señora no vayamos a sacar conclusión alguna, aunque sólo sea porque lo hemos reverberado hasta hacer de ello el temón del día en The Guardian, Al Jazeera o el Libération. O que nuestra conclusión vaya a ser que la culpa aquí la tiene el barco, como dijo el profeta, y que la exención de responsabilidad asiste a la autoridad borjana, libre de amenazar a la anciana, montarle un pleito o lanzarla a los cocodrilos sin con ello evita que alguien vuelva la mirada a la corporación municipal. Me niego a pensar que nos vayamos a reír en serio de la pobre mujer, octogenaria para más pobre, que pensó, fíjate tú, que sería una pena que se perdiese ese Cristo tan antiguo, animada por la noción prosaica y admirable de que no hay que dejar que las obras de arte se desvanezcan. Por cultura elemental, quiero decir, y la veneración básica que hay que practicar ante a las cosas bonitas y antiguas. Me niego a aceptar que si esto mismo lo hubiera hecho Banksy, por poner un ejemplo, ya le estaríamos elogiando, deshechos en babas, su aguda y elocuente crítica a la mercantilización del arte, y que en el gesto de esta mujer no vayamos a saber reconocer el verdadero compromiso con el arte —e incluso el Arte—, demostrado aquí con simpleza y contundencia, y no palabrería, mediante el desinterés y la actitud voluntariosa.
Y sobre todo, me niego a pensar que los demás no sepamos quedarnos en el meme y la broma, en lo graciosos que son, que lo son, los eccehomos con la cara de Alf, Rajoy o Kiko Rivera. Que vayamos, como vamos, al linchamiento mainstream y a confundir el chiste sobre madres con el chiste sobre tu madre. Nosotros, precisamente, con nuestras rotondas, nuestros concejales recién votados, nuestras iglesias cayéndose y nuestros aeropuertos sin aviones. Que estemos dispuestos a reírnos y señalar con el dedo, como la muchedumbre de El traje nuevo del emperador, en un cuento en el que somos nosotros, y no nadie más, los que en realidad vamos desnudos.




La censura comienza contra FACUA

El pulso entre el Gobierno de España y la asociación de consumidores FACUA, a raíz de las campañas de aquélla contra las políticas de recortes, agudiza la imagen caciquil de un ejecutivo que no admite críticas en su contra, una postura que parece obedecer las directrices de su fuente ideológica, la FAES de Aznar.

El desarrollo de los acontecimientos presentes apunta a un preocupante panorama en el que cierta modalidad de censura, por parte del Gobierno español, podría ser una constante. La misiva del  Instituto Nacional del Consumo[1] -dependiente del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad- a FACUA, a la que insta a detener sus reiteradas críticas hacia los sucesivos recortes llevados a cabo por el Gobierno so pena de perder su condición legal de asociación de consumidores, además de su exclusión del Registro Estatal de Asociaciones de Consumidores y Usuarios[2].

A efectos prácticos, la sanción a FACUA implicaría, además de la previsible retirada de subvenciones, su expulsión "de todos los órganos consultivos a nivel estatal" desde los que traslada la voz de los consumidores y "la pérdida del derecho a opinar sobre normas que afecten a los consumidores en trámite de audiencia"[3]. Sin embargo, detrás de todo este asunto parece esconderse un aviso a navegantes, un diáfano mensaje que deja claro que contrariar las políticas del Gobierno puede tener consecuencias. En el caso de FACUA, esta advertencia se refuerza con la respuesta de la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril -quien ostenta el carné del partido en el Gobierno-, a la petición de amparo solicitada por la asociación de consumidores. La señora Becerril se limita a sugerir a FACUA "que tenga a bien revisar las campañas llevadas a cabo por esta organización, por si, en algún caso, se hubiera o hubiese producido alguna actividad que no encaje, precisamente, en los fines que deben presidir las actuaciones de las asociaciones de consumidores y usuarios"[4].
Afortunadamente, FACUA ha conseguido un importante apoyo social que[5], muy probablemente mitigue lo que, en caso contrario, sería un ejercicio de censura sin precedentes en los últimos tiempos, un duro ataque a la libertad de expresión y un chantaje en toda regla. Sin embargo, otras asociaciones o grupos de ciudadanos críticos con las políticas de recortes, pero con menor base social o alcance mediático, pueden verse afectadas por similares ejercicios de censura.
Para sostener la afirmación de que el caso FACUA no es una preocupación puntual para el Gobierno, es necesario acudir a su fuente ideológica. Como es sabido el partido en el Gobierno se nutre ideológicamente de los estudios y propuestas realizados desde la FAES -Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales-, un think tank (laboratorio de ideas) presidido por el expresidente Aznar, cuyo objetivo fundamental es la apología del dogma neoliberal. En una publicación realizada por la FAES[6] se alerta de "las proposiciones arbitristas que pretenden hacer pasar por proyectos de reformas meditados lo que no dejan de ser ejercicios más o menos bien intencionados de retórica política", por parte de una "sedicente 'portavocía' de la sociedad civil". Es decir, para los guías espirituales del Gobierno, quienes discuten las políticas de recortes no tienen ningún tipo de credibilidad. De ahí que dejen claro que no les "servirá la fragmentación electoral, ni las propuestas radicales, ni las hojas de firmas, que aguantan mal la comparación con el censo electoral, que ha avalado mayoritariamente y hace bien poco el programa popular"[7].
De nuevo la mayoría absoluta pasa a convertirse en el salvoconducto con el que aplicar decisiones de corte absolutista, haciendo bueno aquello de "todo para el pueblo, pero sin el pueblo", de modo que oponerse a ellas implica en la práctica ser tildado casi de antidemocrático[8]. De la editorial de la FAES, se puede inferir que los "sedicentes portavoces de la sociedad" son un obstáculo para la aplicación de las reformas programadas por el Gobierno, que "exigen sacrificios importantes". Las críticas de FACUA a las políticas de recortes o a la subida del IVA han despertado las iras de un Gobierno que ha seguido el guión sugerido por la FAES, el mismo que les llevó a eliminar de la nómina de la Radiotelevisión pública a aquellos periodistas que pudieran, a propia cuenta y riesgo, el papel de "sedicentes portavoces de la sociedad"[9].
Estas acciones por parte del Gobierno representan, en su conjunto, un grave síntoma del déficit democrático que adolece el Estado español. Como afirman desde FACUA, "si una ley dijera que no podemos criticar al Gobierno estaríamos en una dictadura"[10]. La insistencia en esos métodos caciquiles, cuya imagen es indefectiblemente proyectada al extranjero[11], no deja de ser una torpeza por parte de un Gobierno que aún piensa que su mayoría absoluta representa una carta blanca para hacer y deshacer a su antojo. A estas alturas, el señor Presidente y sus asesores tendrían que saber que en el resto de Europa y Norteamérica gusta de la aplicación de recortes bajo el manto de una aparente democracia.


[1] Pilar Farjas: "Requerimientos FACUA". Instituto Nacional del Consumo, 1 de agosto de 2012.
[2] "El Gobierno amenaza a FACUA con ilegalizarla como asociación de consumidores". FACUA, 5 de agosto de 2012.
[3] "Facua: "La amenaza del Gobierno es un grave atentado contra la democracia"". Público, 22 de agosto de 2012.
[4] "Becerril se niega a actuar ante la amenaza de ilegalización de FACUA y “sugiere” a la organización que revise sus campañas anti–recortes". Crónica de Aragón, 23 de agosto de 2012.
[5] "Más de 60 artistas y periodistas promueven el manifiesto 'Contra la ilegalización de FACUA, por la libertad de expresión'". FACUA, 22 de agosto de 2012.
[6] "Editorial". Cuadernos de pensamiento político, 35. FAES, julio-septiembre 2012.
[7] Ibid.
[8] "La fundación de Aznar carga contra los que protestan por los recortes". Público, 9 de agosto de 2012.
[9] "La “purga” de periodistas de RTVE: Cuando ser periodista se convierte en ser culpable". Tercera Información, 13 de agosto de 2012.
[10] "Facua mantiene la campaña contra los recortes pese a la amenaza del Gobierno". El País, 22 de agosto de 2012.
[11] "Le Monde, Financial Times y Guardian siguen hablando de “escandalo” en RTVE". Tuitformación, 10 de agosto de 2012.

400 euros, dinero de bolsillo para los ministros

Ya sabemos que las comparaciones son odiosas y nos ponen de mala leche. Por eso me encanta hacerlas: los 400 euros que recibe, con todo derecho, un parado se los gasta el presidente Rajoy en fumar los puros habanos este verano.

 El reloj que luce en la muñeca la vicepresidenta Soraya, supera los 400 euros sólo la cebolleta; una corbata de García-Margallo, las gafas de Ruiz-Gallardón, la camisa de Pero Morenés, las gafas de diseño de Montoro, el llavero de Guindos con las llaves de su flamante ático o la blusa de la Mato superan los 400 euros, arriba o abajo.
Sólo el maletín de ministro vale una pasta. Por eso entiendo que al presidente y sus ministros les cueste tanto aprobar dinero de bolsillo para los parados,  y eso que viene a ser la como la calderilla que guarda María Fátima, la ministra de Empleo, en su monedero. Le resulta más fácil dársela al pobre que la espera por las mañanas a la puerta de la iglesia que firmar un real decreto. Los billetes que lleva doblados en cuatro el ministro Cañete en la cartera superan los 400 euros. ¿Alguien quiere seguir? Me estoy poniendo malo…

Comunicado AD Baloncesto Fernán Núñez

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