lunes, 30 de junio de 2014

Una dura represión contra el orgullo: Breve historia para recordar






La histórica manifestación del orgullo en Barcelona en 1977



Cuando en el Stonewall Inn de Nueva York saltó la chispa aquella célebre noche de 1969, en España se vivían los últimos años de la dictadura. Maricas, bolleras y travelos vivían bajo el imperio de la republicana Ley de Vagos y Maleantes en la que el régimen franquista incluyó a los homosexuales en 1954, y que fue transformada en 1970 en la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, que incluía penas de hasta cinco años de internamiento en cárceles o manicomios para los homosexuales y transexuales, con el objetivo de su 'rehabilitación'.

Conforme la diversidad sexual se hacía más visible en el mundo, en España la ley fue haciéndose más dura con los llamados 'violetas', porque se les encarcelaba incluso de forma preventiva. Era la época de "como me salga un hijo maricón, lo mato", de los campos de concentración en Fuerteventura, Nanclares de Oca y Miranda de Ebro, de la cárcel para pasivos en Badajoz, la de activos en Huelva y de las lobotomías y terapias aversivas para tratar y sanar a los maricas pobres, porque la gente con poder siempre pudo amorrarse al pilón y poner el culo sin demasiadas consecuencias. Era la época del miedo, de la vergüenza, de la culpa, del suicidio y del exilio. La época del estigma interiorizado, del marica del pueblo y de la tortillera del barrio.

En 1971, Francesc Francino y Armand de Fluviá, fundaron varias asociaciones en Barcelona, como el clandestino Movimiento Español de Liberación Homosexual, que fue disuelto en 1974 por el acoso policial, pero que sirvió de germen para la creación en 1975 del Front d'Alliberament Gai de Catalunya, a la que le siguieron otras asociaciones en el resto de España, que con el tiempo se fueron uniendo, federando, separando y confederando hasta la actualidad.

Fue este colectivo el que el 26 de junio de 1977, convocó la primera manifestación del orgullo LGBT en Barcelona consiguiendo reunir a unas 5.000 personas cuando la homosexualidad todavía era ilegal en España, con el objetivo de denunciar la represión policial y reclamar que la amnistía de la nueva democracia llegará también al colectivo, algo que nunca se produjo.

Al llegar a las Ramblas, la policía cargó contra los manifestantes, con una especial brutalidad contra los transexuales y travestis, que encabezaban la marcha pues siempre han sido los más combativos en la lucha por los derechos de la comunidad LGBT.

En los últimos años ha sido Madrid la ciudad que ha protagonizado las mayores manifestaciones del orgullo gay con cientos de miles de asistentes, en una fiesta considerada por muchos más cercana al puro espectáculo, con tintes próximos al mercantilismo, que a la lucha por los derechos del colectivo.