lunes, 24 de marzo de 2014

La obra de juan zafra -

 La obra de juan zafra -
La obra de juan zafra -
MIGUEL ANGEL Toledano 24/03/2014
Al romper el alba. Las tragedias griegas solían empezar al romper el alba. Y como al principio de una de ellas, hoy, muy temprano, vuelvo a atender la llamada brazo que hace sonar la campana recordándonos que hemos iniciado un tiempo nuevo, pero solo queda una semana para visitar la obra última de Juan Zafra. Y no es tarde para acercarse; como no es tarde para hablar de escultura, de los oficios artísticos y contraponerlos a la adversidad y las dificultades de estos tiempos difíciles. Nunca es tarde para ensalzar los valores de la creación. Porque en el arte, la trayectoria y la experiencia no ofrecen ninguna garantía y puede haber una divergencia escandalosa entre el mérito y el reconocimiento. Perdón, ya estamos dentro.
Contemplar una exposición es asomarse a un mundo inesperado, como el que desvela el autor en Generación crisálida. Cada una de las figuras son piezas imprescindibles para construir, dar forma al presente señalando el futuro. La importancia que en ellas tiene la materia, el gesto, el signo y el silencio, su particular expresividad y lirismo, su capacidad para sorprender desde lo inmediato a través de la presencia de lo cotidiano, son valores innegables y el resultado natural de una reflexión conceptual honda y permanente no solo sobre el arte y los problemas de nuestra época, sino que adquiere ese carácter mágico y la fuerza expresiva que le caracteriza y que nos cautiva. Estáticos: son jóvenes ahora quietos, en un tiempo inmóvil en el que han dejado de ser para simplemente estar. El futuro se ha esfumado. De nuevo esclavos. Hoy me ha cantado la radio --dice el autor-- la cifra de 4.920.000 estáticos. Ven, oyen, pero no hablan. Muchachos formados ahora eternos, lánguidos por un presente túnel en el que no se vislumbra boca alguna. Hoy el futuro se encuentra aprisionado entre el pasado y el presente. Sobre lo lábil del tiempo.
El visitante se detiene mirando el portento, justo en un instante raro, muy raro, en el cual la sala se ha vaciado de repente y un golpe de fortuna le ha permitido contemplar las imágenes de Zafra solo, sin miradas cómplices ni interferencias. El fondo amarillo azul en sus dos planos. Sentados en el banco, tierra rojiza horizontal y estática. Figuras humanas pesando levemente entre el fluido azul y la solidez roja de la tierra. "El fin de tener una mente abierta es llenarla con algo valioso". Chesterton. Hay algo sobrenatural que abre la mirada hacia un abismo indescifrable que no podemos dejar de mirar. Quizás sueñan los ojos con mirar hacia un horizonte infinito donde, igual que en las pinturas de Leonardo, la llamada en espera se convierta en trazo rojo, maderas de sol marino, fondo de un tiempo iluminado, modos de desaparecer en la sala y entrar en la representación. Y cuando esto sucede se produce un encantamiento único que nos aniquila en un estadio superior y de una belleza inusual, el de las imaginaciones. Aquel que se diluye con las prisas cotidianas que nos impiden verla y gozar de ella en su integridad. Salimos y duele y esperamos que alguno "rompa atrevido el silencio". Ovidio.
* Profesor de Literatura