viernes, 27 de marzo de 2015

SUBVERSIVOS

SUBVERSIVOS
Leo en Internet la infame decapitación de Cintora, otro caso de liberticidio sin anestesia ni vergüenza ejecutado con premeditación, alevosía y cagaleritis por la cúpula perversa y cobarde de esa cofradía del hampa llamada Pepé, S.A. Junto con las colas del hambre, el filofascismo y los mediocres, se han puesto de moda en España los subversivos.
Leí anoche una crítica a la última novela de mi buen amigo Alejandro López Andrada, “El jardín vertical”, de Editorial T...rifaldi, disponible ya en todas las librerías españolas. Novela de obligatoria lectura en estos tiempos de podredumbre gloriosa que vive España. Al crítico le parecía “El jardín vertical” una novela subversiva, o sea, según la definición: que trastorna, revuelve y tiende a destruir, especialmente lo moral.
Cuando solo es una novela que refleja en sus personajes el dolor y el trauma de un pueblo decente y trabajador que ha sido y está siendo esquilmado por sus gobernantes. Denunciar esa injusticia es ser subversivo. Lo no subversivo es callar, trabajar, pagar y votar sin chistar, y únicamente a ladrones. Lo contrario es atacar a la moral, ser insurrecto o sedicioso, como Cintora en su programa o López Andrada en su novela.
Hay que repetirlo hasta el hartazgo, hasta que nos duelan las tripas: lo que atenta contra la moral, lo subversivo de verdad, es malvender nuestro patrimonio a un puñado de gánsteres; subversivo es manosear la Constitución a escondidas para subyugar a los ciudadanos a ilegítimos intereses bancarios; subversivo es robarnos la soberanía y hacernos lacayos de las mafias financieras; subversivo es echar de su hogar a familias decentes sin ofrecerles alternativa, empobrecer a los obreros, robar a los necesitados, estafar con la energía, presionar a los jueces, esquilmar a los parados, financiarse en negro mientras se sangra al pueblo a impuestos, orquestar tramas delictivas desde el poder, perseguir a políticos de la oposición, manipular la información para asustar, difamar y ganar, sentar al juez en el banquillo de los acusados y al criminal en el de los testigos, permitir que un banco robe los ahorros de los ancianos y encima rescatarlo con los nuestros… Eso es de verdad subversivo. Y vergonzoso.
Subversivo no es escribir una novela que plasme con crudeza la verdad y la injusticia ni hablar en televisión de la miseria, de los parados, de las canalladas que cuatro golfos trajeados de Armani comenten a diario. Subversivo no es informar para despertar al dormido, eso es lo moralmente bueno, lo que aprendimos de nuestros padres; subversivo de verdad, inmoral y perverso, es retorcer y manipular la información como hacen diariamente en prensa y televisión los mediocres mercenarios al servicio de las mafias políticas y financieras que saquean España.
Ojalá Cintora tuviera diez programas en televisión y la novela de López Andrada se leyera hasta en el Congo, porque los decentes son siempre decentes aunque los indecentes los tachen de subversivos.