lunes, 9 de febrero de 2015

El comercio de sardinas y arenques, origen del imperio español sobre los siete mares



 
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Se trata solo de una hipótesis, pero es la hipótesis de todo un Premio Nobel: el antiguo dominio español sobre los siete mares le debía mucho a las sardinas y a los arenques.
En principio, no parece que estos habitantes marinos tengan mucho que ver con la construcción de todo un imperio oceánico levantado con galeras, carabelas y cañones. Sin embargo, el Nobel de Economía de 2008, Paul Krugman, sospecha que sí existe relación entre nuestros escamados peces y el dominio marítimo español a mediados del pasado milenio.
¿Sardinas y Gengis Kan?
“Los mongoles del mar”. Así bautiza Krugman en The New York Times a los europeos occidentales – entre los que incluye a los habitantes de la península ibérica – que dominaron los mares allá por el siglo XVI.
Aunque lo parezca, el Nobel no se refiere con este símil a la ferocidad de los europeos en las batallas navales: no compara las conquistas europeas al otro lado del Atlántico, África y Asia con la fama de las hordas mongolas comandadas por el temible Gengis Kan, aunque sí tiene algo que ver. Por disparatado que parezca, Gengis Kan, aquel que hacía que no volviera a crecer la hierba por donde pisaba, tiene algo que ver con la pesca de sardinas y arenques. Al menos, según Krugman.
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Todo se remonta al origen de uno y otro imperio. Krugman encontró respuesta al porqué del dominio marítimo de los estados de Europa Occidental en el origen del imperio construido por el conquistador mongol en el siglo XIII a golpe de los temibles arcos de su caballería.
La clave está, según Krugman, en las habilidades de cada pueblo , y aquí es donde entran los peces en juego. El Nobel explica que el éxito conquistador de los nómadas que encabezaba Gengis Kan provenía, precisamente, de su vida nómada: en zonas civilizadas, las habilidades guerreras y el dominio del arco era cosa de unos pocos; sin embargo, esas mismas habilidades formaban parte de la vida cotidiana de los jinetes esteparios de Kan. Iban a caballo y eran arqueros en su día a día, mientras que los guerreros en la civilización escaseaban.
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A pesar del insignificante potencial económico de la parte occidental de Europa y su escasa pobilación – siempre en comparación con los grandes imperios orientales -, desde el siglo XVI, los estados de la zona dominaron los mares y océanos. ¿La razón? Según Krugman, si Gengis Kan dominó gran parte de Asia por la vida nómada de sus tropas, Europa dominó los siete mares gracias a la actividad marítima de estos países desde la Antigüedad.
Si la pesca y el comercio marítimo habían supuesto importantes actividades económicas desde la noche de los tiempos en la región europea, era de esperar que, en tiempos de conquistas y guerras, no faltaran habilidosos marinos dispuestos a embarcarse y a poner en práctica todos sus conocimientos sobre navegación.
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En nuestro país no faltan ejemplos para sustentar la teoría de Krugman. La larga historia de puertos como el de Cádiz o el de Sevilla, que tienen sus orígenes en la época romana, o la existencia de comercio marítimo en época visigoda sirvieron para desarrollar durante siglos las habilidades marítimas utilizadas siglos más tarde.
Además, el control de las rutas comerciales entre los siglos XIV y XVI hizo posible que los europeos – con los españoles a la cabeza – se convirtieran en líderes indiscutibles de océanos y mares. Así, Krugman señala la pesca y el comercio como las semillas del imperio marítimo español. Sardinas, arenques y atunes contribuyeron así al dominio español (y europeo) de los siete mares.
Ahora bien, tal y como señala el propio Krugman, “hay una gran posibilidad de que esta hipótesis esté mal por alguna razón”. Hasta los Premios Nobel se equivocan de vez en cuando.
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Con información de The New York Times, Artehistoria y Wikipedia
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