Good try, Toby.
Esta es una oportunidad dorada para hablar de la sociedad
del espectáculo, la era del simulacro, la postpostmodernidad y Foucault.
Lo malo es que con esas cosas uno sabe dónde empieza pero no cómo
acaba. Así que, para ahorrar al sagaz lector de esta cabecera tal caudal
de verborrea, aquí va la galería. Para qué nos vamos a engañar, el
título ya lo dice todo.
Toby Sheldon – Justin Bieber
Ahora que Justin Bieber se ha retirado, aunque hay gente por ahí que clama incluso por su deportación, su trono pubescente ha quedado vacante. A buen seguro, Toby Sheldon, un belieber
pasado de rosca, estará frotándose las manos tras haberse pulido 80.000
euros en cirugía plástica para adoptar la fisonomía de su amado Justin.
Quién sabe, puede que un día de estos reciba una llamada de la
discográfica solicitándole sus servicios para sustituir al ruiseñor de
las cumbres canadienses. Lo suyo sería hacer desaparecer al original,
que tantos quebraderos de cabeza está dando a su familia y a todos los
que tanto le quieren, y colar a Sheldon para seguir haciendo girar la
rueda del show business. Es una pena que todavía haya que pulir algunos detalles menores. Algunos retoques. Todo se andará.
Mike y Matt Schlepp – Brad Pitt
Los gemelos Schlepp sufrían atormentados
por un angustioso dilema. Si uno se operaba la cara, ¿qué pasaría con el
otro? ¿Qué clase de gemelos serían? En estas cosas hay que poner
reglas, tener referentes. Si no, uno va por la vida como una brújula
desnortada, como caballo que galopa. Así que acordaron que los dos se
maquearían a imagen y semejanza de Brad Pitt. La idea es que el marido de Angelina
tuviera a su vez dos hermanos gemelos. Siempre es mejor sumar que
restar. Como tantas otras veces, no se logró cruzar a grandes zancadas
ese trecho que separa realidad y deseo. Nunca los han confundido con
Brad Pitt por la calle, pero dicen que ligan más.
Herbert Chávez – Superman
Atardece en Manila. Herbert Chávez acude a la consulta de su cirujano plástico de cabecera y, una vez que se ha ventilado el último número del Hola (edición chabacana), le pasan un book
con estrellas del firmamento artístico y social para que elija a
discreción. Tras hojearlo con desgana, mira a la cara a la recepcionista
torciendo el gesto:
* Recreación literaria del momento en que Herbert Chávez dio el paso y se convirtió en el Superman filipino. Detalles escabrosos como los pectorales de silicona solo contribuirían a desvirtuar una hermosa historia de superación.“No, tía, si me pongo, me pongo. No quiero ser Ken, no quiero ser Barbie, no quiero ser Brad Pitt ni Angelina Jolie. Hoy día cualquiera puede ser una estrella de la música o de un puto reality, pero yo quiero picar más alto, quiero entrar en la liga Marvel, codearme con Wonder Woman, con Lobezno y con el increíble Hulk. Si entro en ese quirófano con mosquitera es porque quiero ser el Hombre de Acero. Superman. ¿Te lo deletreo?”*
Y eso que no me has visto bailar.
Navi – Michael Jackson
El arte de la imitación quirúrgica es complicado, pero más
difícil aún es disparar a un blanco en movimiento. Es decir, someterse a
cirugía plástica para parecerse a alguien que a su vez se está operando
cada dos por tres, en un juego de espejos rotos y reflejos infinitos.
Eso es lo que cabe colegir le sucedió al pobre Navi, uno de los grandes imitadores de Michael Jackson.
Solo hace falta imaginarle recién levantado por las mañanas y cogiendo
el mando a distancia de la tele, murmurando entre sollozos: “Por favor,
que no se haya hecho ningún retoque más, todavía estoy cicatrizando de
la última operación…”.
Lo cierto es que se lo curró tanto que -según declara en una entrevista-
llegó a actuar en su fiesta de cumpleaños y a trabajar como doble del
rey del pop cuando había que salir a aplacar a los fans más
enloquecidos. El libro ‘Master of Illusion, de Mari Hadley,
sugiere que el doble de Michael llegó a personarse en el juicio por
abusos infantiles para ahorrarle las molestias al cantante. También
apunta que quien palmó de verdad fue un doble y no él. Errr, nos estamos
desviando del tema. No sabemos si el tal Navi ha imitado también el
descenso a los infiernos de su ídolo, pero en su descargo cabe decir que
el tipo también se marca sus bailecitos. En este vídeo vemos a MJ aplaudiendo a rabiar a su propio imitador en un acto que deja al mito de Narciso a la altura del betún.
Vale, esto no era necesario.
Justin Jedlica – Ken
Cuando fondo y forma, contenido y continente, confluyen
grácilmente, estamos ya en las cumbres del arte. Mirémonos en el espejo
de la verdad: toda esta galería de personajes parece una colección de muñecos de Mattel. Pero, si uno se opera para asemejarse deliberadamente a un muñeco, tiene verdaderas chances de salir airoso. Eso debió pensar Justin Jedlica (también llamado el Ken humano), todo un clásico del cosplay extremo. La verdad es que no hay queja, el tío lo ha conseguido. La única espina que tiene clavada es su desencuentro con la Barbie humana. No hubo química. Lo tenían todo, menos el amor.
En la vida real, todos sabemos que Khal nunca haría pesas; las desayunaría.
Rene Koiter – Khal Drogo
Para convertirte en uno de tus ídolos está el camino fácil
-la senda del bisturí- o bien el trabajo diario, el tesón, la constancia
y la templanza. Rene Koiter, un diseñador gráfico de
California, ha optado por lo segundo. Unos meses en el gimnasio, un año
dejándose barba y unas clases particulares de dothraki le transformaron
en Khal Drago, el macarra de ‘Juego de tronos’. Ya se ha convertido en una estrella de Youtube
por méritos propios y le llueven las propuestas de matrimonio de las
fans de ‘Juego de tronos’ y algunas jugadoras despistadas de World of
Warcraft.
Nileen vestida en plan casual y de domingo.
Nileen Namita – Nefertiti
Están los fans obsesionados y luego está Nileen. Con lo fácil que es escuchar la discografía de Justin Bieber
y utilizar toda la pasta de tus estudios universitarios para operarte
el jeto y parecerte a él, siempre hay alguien más listo en clase. No,
Nileen no podía conformarse con eso. Quería más. De pequeña soñaba que
era una reina y no, no eran simples delirios de grandeza. Una visita al
psicoanalista le confirmó lo que ya se olía: era la mismísima
reencarnación de Nefertiti. Fue ver una foto de la reina egipcia y zas,
cayó en la cuenta.De todas formas, aunque la transmigración de las almas había puesto su grano de arena (del Sáhara, concretamente), ella quiso darle también un empujoncito gastándose 250.000 € en cirugía estética para parecerse a su idolatrada Nefertiti. “La verdad es que tengo una genética privilegiada; no tengo ni pizca de celulitis y nunca me he visto obligada a hacer dieta”, reconocía Nileen en declaraciones a un tabloide británico. Dice que aún le faltan algunos retoques en los labios y en la nariz. Eso y conocer al Akenatón de su vida, aunque los antecedentes de Ken y Barbie no auguran nada bueno.
Hemos sableado las siguientes páginas: Daily Mail, Billboard.com, Celebrities, Que, y cosas por el estilo.
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