miércoles, 26 de febrero de 2014

Facebook, promotor de los 7 pecados capitales

 
Aquí algunos cambios evidentes en tu manera de conocer el mundo, bajo los influjos de las redes sociales, según CarryOn, un portal de noticias sobre la industria turística.
Nos hemos vuelto más envidiosos
Cuando nos conectamos y vemos fotos de un amigo en las pirámides de Egipto o en el Taj Mahal, nos entra una envidia "bárbara" y desearíamos estar en su lugar.
Nos volvemos más presumidos
Nos emociona anunciar nuestro viaje con anticipación, recibir felicitaciones de amigos y sugerencias. Queremos que todos lo sepan y eso nos hace saborear más el viaje que está a la vuelta de la esquina.
Facebook es una gran fuente de recomendaciones
Te caerá una lluvia de sugerencias y eso nutrirá más tu viaje. Además obtienes más recomendaciones, en el menor tiempo. Más eficaz que si preguntaras a un amigo por correo electrónico o teléfono.
Compartimos nuestras experiencias en tiempo real
Antes debíamos esperar al regreso para contar nuestras anécdotas y presumir nuestras fotos.
Sentimos que el mundo acaba cuando no hay Wi-fi gratis en el hotel
Es vital. Ya no podemos sentirnos desconectados del mundo. Se ha vuelto un servicio de los más demandados en los hoteles.
Se vuelve nuestro álbum de fotos y una especie de querido diario
Nuestros recuerdos de viajes van a donde nosotros vayamos (pero en un smartphone).
Nos hemos vuelto menos nostálgicos
Al estar más en contacto con nuestros amigos, extrañamos menos.
Te conectas con tus amigos, te desconectas del destino
A la hora de la comida o cuando tenemos un tiempo libre, lo primero que hacemos es conectarnos a internet, "postear fotos o comentarios". No nos integramos al lugar y perdemos gran parte de la esencia del viaje.
Hablamos de más
Es un riesgo andar contando que estamos en el aeropuerto a punto de tomar un vuelo de 10 horas y que estaremos de viaje durante 15 días.
Seguimos conectados a la vida real
Uno de los requisitos para experimentar un gran viaje, es alejarse de casa, desconectarse en la medida de lo posible de lo que sucede al otro lado del mundo.