
Carta de una joven de 22 años al Ministro Gallardón. Joven sin trabajo, que vive con la pequeña pensión de sus padres y ahora embarazada.
“Sr. Gallardón, vengo a confesarle algo: voy a abortar. Soy
 una joven de veintidós años, recién licenciada, que se ha quedado 
embarazada. Créame que esto no estaba entre mis planes, quizá sea un 
designio divino de esos que ustedes legitiman fanáticamente. Voy a 
abortar por su culpa y por la de toda su “santa estirpe”. Sí, es por vosotros y ahora les explicaré porqué.
No es tarea 
fácil ni plato de buen gusto para ninguna mujer tomar esa difícil 
decisión, no somos conejos, pero tampoco asesinas.  Somos gente normal a
 la que criminalizan siendo ustedes los mayores pecadores que nos ha 
dado la historia, herederos del franquismo y de la España más rancia. 
Esa España que ustedes los “patriotas” destruyen cada día, esa España 
que va de la mano de una de las instituciones más hipócritas y dañinas 
que conozco, la Iglesia. La misma que usa a su propio Dios en contra de 
los más débiles, la misma que dice hablar en nombre del salvador 
mientras os llenáis los bolsillos con billetes y votos.
Voy a abortar, Sr. Ministro, porque ustedes nos obligan a vivir en un 
continuo “sindestino”, dónde ya no hay destello de luz en los ojos de la
 juventud cuando hablamos de futuro, ni tampoco esperanza. ¿Cómo podría mantener yo a mi “futuro bebé” si no puedo mantenerme a mí misma,
 si mis padres, currantes dónde los haya (no sé si sabe a lo que me 
refiero) llevan toda la vida trabajando y ahora sobreviven con una 
ridícula pensión? ¿Cómo podría cuidar de mi niño como se merece si ni 
siquiera puedo cuidar de mi misma y llegar a fin de mes, si tengo que 
marchar de mi hogar y emprender el viaje lo más lejos posible de este 
país carente de derechos y libertades?, dime, ¿cómo puedo hacerme cargo 
de él si mi situación me obliga a seguir siendo una adolescente 
dependiente?
Voy a abortar Sr. Gallardón, para que mi “futuro bebé” no conozca que 
uno de cada tres niños en España vive en situación de riesgo de extrema 
pobreza, para que no perciba la sensación de tener hambre, para que no 
forme parte de la mentira del sistema capitalista opresor, ni vea 
vuestros caretos muertos de risa mientras el pueblo sufre y muere. Voy a
 abortar por su culpa, farsante puritano, y en otras circunstancias, 
créeme que no lo haría, ya que siento un enorme dolor e impotencia.
Es una decisión tomada tras una larga y dura reflexión. Y ahora sé que 
no es egoísta, ni corresponde a ningún tipo de delito. Sois ustedes los 
inmorales que señalan con el dedo a las víctimas por sus prejuicios 
religiosos, los verdugos que empuñan el arma y no dejan huella, solo 
rastro de dolor y cinismo. Aquellos que exponen al riesgo y al peligro a
 miles de mujeres que se verán obligadas a provocarse los abortos con 
hierbas naturales y otros métodos peligrosos, a ir a centros 
clandestinos en condiciones insalubres envueltas en el anonimato y 
sumergidas en una culpa que nadie merece.
Le aseguraré algo que quizá aún no sepa, Sr. Gallardón, con su ley no 
evitará los abortos, aumentará las muertes de mujeres a las que 
previamente les ha anulado su capacidad de decisión y confiscado su 
libertad personal, esa que tanto tiempo ha costado conseguir a nuestros 
mayores.
Hace más de 70 años, Federica Montseny, ministra de sanidad durante la 
II República Española ya expuso una cruel realidad, que por desgracia, 
si se aprueba su misógina ley, volverá a estar de actualidad: “las 
víctimas son las mujeres pobres, ya que las ricas pueden ir 
tranquilamente a Inglaterra, a Suiza o a otro país extranjero a 
liberarse de un embarazo inoportuno”. ¿Se piensa usted que somos 
tontas Sr.Ministro? ¿Piensa que no sabemos nada de la Historia, que por 
cierto, también pretenden ustedes destruir?
Voy a abortar Sr. Gallardón, ahora que  aún tengo la posibilidad. No 
espero que me lea, ni que le quede cargo en su nula conciencia. Solo 
espero trasladar una realidad.
Y a todas las mujeres del mundo, unid vuestras fuerzas y apoyar a las 
españolas que a partir de ahora se expondrán a los peligros y la 
marginalidad por unos cuantos votos ideológicos. Mujeres, somos 
titulares de nuestros derechos e interrumpir o no nuestro embarazo es 
uno de ellos. Tenemos el poder de decisión sobre nuestro propio cuerpo y
 vida, y  el Estado, supuesto representante del pueblo, lejos de 
auxiliar a sus ciudadanos toma medidas que los perjudica y encadena. No 
podemos permitir esto. No estamos solas.”
 

