miércoles, 11 de enero de 2017

Sapos y elefantes, oídos finos a la lluvia

Los sapos pueden percibir vibraciones de baja frecuencia en su oído interno y ello les permite detectar la lluvia desde sus refugios subterráneos, según un estudio liderado por el español Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y publicado en la revista Current Biology.

Los sapos son anfibios y como tales prefieren los ambientes húmedos, explica el MNCN, lo que les obliga durante los periodos secos a esconderse en refugios subterráneos que mantienen la humedad y de los que salen sólo cuando llueve.
Según el investigador Rafael Márquez, “ya se trabajaba con la hipótesis de que estos animales son capaces de detectar vibraciones de baja frecuencia para explicar por qué saben que llueve si el suelo subterráneo donde se guarecen ya está húmedo”.
No obstante, el equipo de científicos decidió hacer un experimento con ejemplares de dos especies diferentes (Pelobates cultripes y Bufo calamita), a los que enterraron en recintos construidos en las dunas de arena del Parque Natural de Doñana (Huelva, sur). Un dispositivo enterrado a diez centímetros bajo la superficie reprodujo entonces vibraciones de lluvia pregrabadas en algunos de estos recintos, lo que permitió a los investigadores comprobar que los sapos expuestos al estímulo emergieron más rápido –hasta 26 minutos antes– que los que no lo recibieron y en mayor número de ejemplares.
Para Márquez, esta investigación “permite entender el papel de los órganos especiales de detección de vibraciones del sustrato que los sapos tienen en el oído interno”.
Asimismo, permite “conocer que la dimensión sísmica del mundo sensorial de las ranas y los sapos puede tener consecuencias importantes para medir el impacto que las actividades humanas pueden tener en este grupo de vertebrados tan amenazado”, explicó.
OTROS EJEMPLOS
No obstante, los sapos no son los únicos animales que tienen el oído fino. Los elefantes pueden detectar tormentas de lluvia a 250 kilómetros de distancia, según un equipo internacional de investigadores, en un artículo publicado en la revista PloS ONE en 2014.
Los expertos trabajaron con un grupo de elefantes en Namibia (sudoeste de África), para llegar a dicha conclusión.  Namibia tiene un clima muy cálido y seco y cuenta con el desierto más antiguo del mundo, bajo el mismo nombre del país.
En los meses de enero y marzo caen algunas precipitaciones que vienen como “agua de mayo” a muchos animales como los elefantes, que se hidratan y juegan con el agua.  Estos mamíferos migran constantemente en busca de comida y agua. Por ello, los científicos colocaron dispositivos GPS en 14 elefantes, cada uno de un grupo de la manada distinto.
Los investigadores se dieron cuenta de que los “cambios repentinos de la migración se debían a que los elefantes iban hacia donde estaba la lluvia”. “Había casos en los que la manada se encontraba a 250 kilómetros de donde se producían las precipitaciones”, resaltó el trabajo.
-Con información de EFE

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