domingo, 5 de octubre de 2014

EL CASO DE LOS BURROS FORNICADORES


EL CASO DE LOS BURROS FORNICADORES

Sé que a estos golfos del tarjeticidio de Bankia no los va a pillar ningún juez, pero de hacerlo algún desgraciado con ganas de irse al paro, me gustaría que fuera como aquel que impartía justicia en Morón a mediados del XIX. Más que juez era cirujano de la ley, tan escrupuloso con la equidad que sus sentencias rayaban a veces el esperpento. En el caso de los burros fornicadores lo bordó. Vayamos a los hechos y al día de autos.

Imaginen una mañana de mercado, las calles populosas, el furibundo sol primaveral calentando las testas del bullanguero gentío, varios puestos de lebrillos, ollas, orzas, botijos, cántaros y otro material celtíbero calificado hoy de “muy frágil”. Una hembra asnal que acusa los efectos de la primavera en su destocada y calenturienta mollera. A tres metros un macho de la misma especie, entero, joven, robusto y virgen. Ella lo mira, entorna los párpados, las largas y rizadas pestañas aletean en sus ojos húmedos y morunos. Él se desgañita en un justificado y larguísimo rebuzno y se lanza sin más cortejo a copular como lo que era: un burro.

Media hora después, del material “muy frágil” solo queda un amasijo de restos informes. Y claro, todos al juzgado, a ver quién coño paga las roturas. Usted, si no es de la casta, dirá: “A medias entre el dueño del burro y el de la burra”. Y si es de la casta: “Que paguen los alfareros por lucir tiestos por encima de sus posibilidades”. Pero el escrupuloso juez aplicó la cirugía legal. Dividió los daños en seis partes y sentenció que cuatro partes las pagaba el dueño de la burra y dos partes el dueño del burro. ¿Por qué? Porque mientras la burra aplastaba cacharros con cuatro patas, el burro solo lo hacía con dos.

Un juez como ese debería trincar a los pijosgolfos de las tarjetas B. Teniendo en cuenta que a Emilia Soria le cayeron 22 meses de cárcel por encontrarse una y gastarse 200 euros en comida para el crío, a estos les caería la perpetua. A Emilia Soria le conmutaron la pena por 30 días de trabajos comunitarios. En su último mes, Blesa, que ha sentado en el banquillo al juez Elpidio, gastó 19.000 euros con la tarjetita. Solo por ese mes le deberían caer 261 años barriendo calles. Y si por mí fuera, a los golfos de los sindicatos, que antes de lucir tarjeta eran parias de la tierra y famélica legión, por los agravantes de hipocresía y traición a la causa sindical, el triple.

¿Pero quién pagará los tiestos rotos del mercadillo de Bankia? Nosotros, los alfareros. Mientras el inmoral de Blesa, el amiguito de Aznar, cazaba animales en Tanzania, usted ya estaba pagando los 100.000 millones de euros de todo el rescate bancario. 16 billones 660.000 millones de pesetas, sin ser suyo ni un banco. ¡Cómo habrán fornicado para romper tantos cacharros!