lunes, 15 de septiembre de 2014

En tiempos de la "Pintura-Pintura" comenzó su andadura Parrilla

Con Fernando Parrilla se entra en una generación pictórica que para la plástica andaluza tuvo una singular repercusión. La prolífica generación de los ochenta supuso situar en el universo pictórico a una región, defendida por toda una serie de artistas que en aquellos momentos se incorporaban al prometedor panorama artístico. En tiempos de la "Pintura-Pintura" comenzó su andadura Parrilla. Sus exposiciones, casi todas en instituciones y galerías pioneras por aquel entonces y hoy verdaderos núcleos centrales de lo creativo, darán paso a un dilatado camino que lo ha llevado a exponer en recintos internacionales de prestigio.
Esa constante barroca aflora de nuevo. En las obras de Parrilla, la mirada se convierte inconstante, dubitativa, difícil de fijar. Por ellas se deambula buscando un orden, un inicio, una linea argumental, pero es tarea poco menos que imposible, pues en ese complejo universo, repleto de símbolos y formas, que traen recuerdos que no se aciertan a concretar, la respuesta está en la pregunta. Así aparece la certidumbre, al sentir que no hay partes, que el todo es el que te habla, que es el conjunto el que significa, el que cuando ya no estemos ante la obra acompañará permanentemente grabado en nuestra conciencia.
Los fragmentos de lo orgánico articulan como una red sobre la que, sin diferenciación de planos, se van a ir encontrando restos sublimados de recuerdos que no se aciertan a concretar. Aparecen y se disuelven esas lineas y colores que conforman paisajes intuidos como en un sueño recién descubierto tras el despertar.
© Luis F. Martínez Montiel
Cuatro jinetes de mucha elipsis.