miércoles, 30 de abril de 2014

Larga agonía entre convulsiones de un reo en EE UU tras fallar la inyección letal








Cuarenta minutos después de inyectarle el cóctel mortal en una cárcel de Iklahoma, Clayton D. Lockett se retorcía entre convulsiones y jadeos, por lo que el médico ordenó detener la ejecución, aunque el condenado fallecería al final por un ataque al corazón. La 'chapuza' hizo que se suspendiera la ejecución de otro preso prevista ese mismo día.

Un responsable de prisiones explicó que la vía por la que se suministró el veneno reventó, por lo que no entró la cantidad suficiente de droga para producirle la muerte. Según testigos presenciales, media hora después de la inyección, el condenado levantó su cabeza y comenzó a farfullar entre convulsiones.

Lockett, de 38 años, fue condenado a la pena capital en 1999 por asesinato de una joven en primer grado, violación, secuestro y robo. Se le acusó también de haber disparado a una adolescente.

Este despropósito puede servir para reavivar el debate sobre este asunto en EE UU, en 32 de cuyos estados sigue vigente la pena muerte. Los abogados de algunos presos en el corredor de la muerte ya han denunciado que los nuevos cócteles de drogas usados para inyección letal causan a los condenados un sufrimiento indebido, por lo que viola las protecciones constitucionales contra la crueldad en los castigos administrados por el Estado.