jueves, 21 de noviembre de 2013

Mitos y leyendas de la salud en invierno

Especialistas de diversas áreas desmontan los 10 mitos más comunes de la salud en invierno.
Las temperaturas bajan, llega la gripe, las navidades están a la vuelta de la esquina… y madres, amigos y medios de comunicación nos dan muchos consejos sobre cómo mantenernos sanos durante la temporada de frío. Pero, ¿qué hay de cierto en ellos?

¡Tápate o cogerás una gripe!

Falso. La gripe es una enfermedad infecto-contagiosa causada por un virus. Se propaga a causa del contacto estrecho con personas afectadas. Aunque los brotes de gripe ocurren con mayor frecuencia en el invierno, nada tienen que ver con abrigarse o pasar tiempo a la intemperie: de hecho, pasar tiempo al aire libre puede hacer que seas menos susceptible a este virus ya que los sitios cerrados suelen estar muy concurridos y se ventilan menos que en época estival. Sólo a los niños se les recomienda cubrir boca y nariz al salir a la calle, ya que son especialmente vulnerables a las bajas temperaturas.

La protección solar es para el verano

Falso. La radiación solar es menor durante los meses de invierno, pero no hay que olvidar el efecto acumulativo del daño solar en ese periodo. El filtro solar debe usarse los 365 días del año, ya que la radiación UVA se mantiene bastante constante a lo largo de las 4 estaciones. Si, además, practicamos deportes invernales al aire libre, la fotoprotección es especialmente importante.

¿Se te cae el pelo en invierno? Síntoma de debilidad

Falso. La caída del pelo que se produce en esta época (defluvium estacional) se debe a la regulación de la melatonina después de la exposición excesiva a la radiación ultravioleta, pero no debe preocuparnos pues es totalmente reversible y no deja alopecia definitiva.

El invierno nos ofrece más excusas para no hacer deporte

Falso. La llegada del invierno, con la disminución de las temperaturas y el acortamiento de la luz solar, parece no invitar a realizar actividad física como en otras estaciones… Además, para combatir el frío la ingesta alimenticia suele ser mayor con lo que nuestra situación funcional empeora.
Sin embargo, está bien hacer ejercicio con frío, sólo debemos asegurarnos de calentar primero un poco más de lo habitual. Si salimos a correr al exterior, deberemos caminar un poco más hasta aclimatarnos a la temperatura. Si el frío nos vuelve perezosos, recordemos la abundante oferta “indoor” existente (piscinas climatizadas, gimnasios, patinaje sobre hielo) que nos facilita el poder realizar ejercicio diario, de gran importancia para controlar y prevenir patologías cardiovasculares, cuya prevalencia aumenta en un 20% en invierno debido a las bajas temperaturas.

El embarazo es más cómodo en invierno que en verano

Falso. El embarazo es un proceso en que la inmunidad de la mujer está algo reducida, siendo así las embarazadas un grupo de riesgo de enfermedades provocadas por virus del invierno. En el caso de la gripe, por ejemplo, sólo se recomienda vacunarse a partir de la semana 13 de gestación; el primer trimestre de embarazo es el más importante en la formación de todos los órganos del embrión por lo que debemos evitar al máximo el contacto con fármacos en general.

Los alimentos invernales son más calóricos

Falso. El invierno tradicionalmente no se ha considerado una buena época para bajar de peso: el frío y los extras de Navidad vienen cargados de calorías, con su consecuente riesgo cardiovascular. Sin embargo, muchos de los alimentos estacionales propios del invierno son saludables sin aumentar el aporte calórico:
  • cítricos, como las naranjas, llenos de vitamina C – que activa nuestras defensas –, ácido fólico y potasio;
  • granadas, tanto en ensalada como en zumo, ricas en polifenoles y con gran actividad antioxidante;
  • legumbres, que combinadas con arroz aportan proteínas de alto valor biológico, y que al ser alimentos que se llenan de agua al cocinarlos nos dan saciedad;
  • setas, cuya incorporación en nuestra dieta nos permite consumir más vitamina D sin aumentar el aporte calórico o de peso.

El invierno seca la piel

Verdadero. Las bajas temperaturas exteriores, el viento, y las calefacciones, propios del invierno, empeoran algunas patologías cutáneas como la dermatitis atópica y la psoriasis. Pero también hacen que aparezcan problemas dermatológicos nuevos como la perniosis o el eczema craquelé.
Importante no olvidar cuidar las mucosas (mantener hidratados los labios) y las manos, pues estando en constante exposición al frío pueden aparecer perniosis, los conocidos “sabañones”.

Niños abrigados, niños sanos

Falso. Los niños son más dados a contraer enfermedades con las bajas temperaturas, especialmente si tienen contacto diario con otros niños. Su sistema inmunológico no es maduro y su capacidad defensiva es menor, siendo más susceptibles a enfermedades respiratorias (precursoras además, de la otitis media, patología muy extendida en invierno, al contrario de la creencia popular de ser una enfermedad típica del verano por su relación con el agua).
Sin embargo, el exceso de abrigo es tan perjudicial como la falta de abrigo en la intemperie. También lo son los ambientes con temperatura demasiado alta (calefacción por encima de los 24º). Debemos abrigarles lo justo y mantener la casa templada y con un adecuado nivel de humedad (el ambiente seco agrava las enfermedades respiratorias).

Para el resfriado, nada mejor que un caldo casero

Falso. Los líquidos calientes como el caldo o el té y nos pueden ayudar a reducir los síntomas de un virus del resfriado o la gripe, aunque sólo aliviando temporalmente la congestión nasal y dolor de garganta.

El invierno nos vuelve tristes

Verdadero. La intensidad de la luz del día influye en nuestros ritmos circadianos, en nuestros niveles de serotonina y en la secreción de melatonina. Por eso, con el cambio de horario invernal, que hace que haya menos luz, se altera el equilibrio de estos componentes y aparecen los síntomas del denominado “winter blues” o alteración afectiva estacional, que se caracteriza por síntomas depresivos en invierno que desaparecen con el buen tiempo y afecta a cerca del 20% de la población y en mayor grado a las mujeres que a los hombres.