miércoles, 2 de octubre de 2013

Nueve ganadores de la lotería que hubieran preferido no comprar jamás el boleto


Quien más quien menos, todo el mundo ansía ganar la lotería. Imagináoslo: adiós hipoteca, adiós trabajo y a vivir la vida con calma en algún rincón perdido del planeta; por ejemplo.
Sin embargo, vernos de la noche a la mañana con las manos y los bolsillos a rebosar de dinero puede tener un desenlace fatal si nos dejamos llevar por la euforia y no sabemos cómo gestionar nuestro recién adquirido tesoro. Otras veces, el premio resulta ser una maldición que viene acompañada de todo tipo de problemas y desgracias.
Y es que existen un buen puñado de personas a las que ganar la lotería les ha supuesto una auténtica perdición.

“No compres lotería, te traerá problemas”
Nombre: Keith Gough (Reino Unido)
Premio: 12 millones de euros (2005)
Desgracia: Cinco años después de ganar la lotería, murió divorciado y alcoholizado después de dilapidar su fortuna en coches, apuestas de caballos y mansiones que fueron haciéndole cada vez más infeliz. Poco antes de morir, Keith dijo que aquel premio había arruinado su vida de tal manera que si veía a alguien comprando lotería intentaba disuadirle.

Todo por la napia
Nombre: Callie Rogers.
Premio: 1,9 millones de libras en 2003.
Desgracia: Después de haberse gastado un cuarto de millón de libras en cocaína, primero con su novio (feroz consumidor) y después en su nuevo novio (dealer), a la joven Callie, de 22 años, le quedaron 20.000 libras, unos 25.000 euros. En el ínterin ha intentado suicidarse varias veces para salir de su “agujero negro”, según cuenta en The Mirror.

Una buena lección de karma
Nombre: Tonda Lynn Dickerson (EE. UU.)
Premio: 10 millones de dólares (1999)
Desgracia: 13 años después de ganar su jugoso premio, el Departamento de Tesorería de los Estados Unidos llamó a su puerta para exigirle 1.119.348 dólares en impuestos. Una ración de karma bien servida por haberse negado a compartir el premio con sus compañeros de trabajo después de prometerse entre ellos que si alguno ganaba, compartiría el dinero con el resto.

Un premio lleno de desgracias
Nombre: William “Bud” Post (EE. UU.)
Premio: 16,2 millones de dólares (1988)
Desgracia: A los tres meses de ganar el premio gordo de la lotería de Pennsylvania, Post ya debía medio millón de dólares: había comprado un restaurante, un garaje y un avión (aunque no podía volar). Fue denunciado por su ex mujer y su hermano contrató un asesino a sueldo, para intentar llevarse algo de herencia. El “afortunado” murió en 2006, después de declararse en bancarrota y vivir de los subsidios.

Volver a la ruina en menos de un año
Nombre: Juan Rodríguez (EE. UU.)
Premio: 88 millones de dólares (2004)
Desgracia: Este aparcacoches colombiano afincado en el barrio neoyorkino de Queens se fundió todo su premio en menos de un año. Empleó el premio para pagar sus deudas, y sumando los impuestos, en menos de un año volvía a estar en números rojos. 

“El dinero que arruinó nuestras vidas”
Nombre: Roger y Lara Griffiths (Reino Unido)
Premio: 1,2 millones de euros (2005)
Desgracia: Antes de ganar la lotería, el matrimonio apenas discutía. Con el dinero del premio se compraron una casa de casi un millón de euros y un Porsche. Y seis años después, Roger se largó en el Porsche con otra mujer, el matrimonio se fue al garete, un incendio destruyó su casa, toda su fortuna se había esfumado y tenían deudas.

Volver a tu antigua vida sin darte cuenta
Nombre: Sharon Tirabassi (Canadá)
Premio: 10,5 millones de dólares canadienses (2004)
Desgracia: Madre soltera con seis hijos que vive a base de prestaciones sociales gana la lotería. Pero se gasta el dinero en una casa grande, coches extravagantes, viajes exóticos, regalos para familiares, préstamos a amigos… Y en menos de una década vuelve a la clase obrera, conduciendo el autobús a media jornada y viviendo en una casa de alquiler. Suerte que guardó un dinero para que sus hijos puedan beneficiarse de él cuando cumplan 26 años.

“El dinero nos traerá desgracias, donémoslo”
Nombre: Allen y Violet Large (Canadá)
Premio: 11 millones de dólares canadienses (2010)
Desgracia: Tras recibir el premio ambos sospecharon que les iba a traer más disgustos que satisfacciones, así que decidieron quitárselo de encima. Ayudaron primero a sus familiares y amigos, y luego donaron el resto a varias organizaciones e instituciones caritativas: hospitales, bomberos, iglesias, cementerios, la Cruz Roja y el Ejército de Salvación. “No somos millonarios pero vivimos bastante bien. El dinero no tiene importancia, nos tenemos el uno al otro”. 

“Más dinero, más problemas”
Nombre: “Wild” Willie Seeley (EE.UU.)
Premio: 3,8 millones de dólares (lo recibido después de pagar sus correspondientes impuestos) (2013)
Desgracia: Y uno de los últimos al que el dinero ha roto la tranquila y cómoda vida, como asegura este mecánico de Nueva Jersey. Su recién adquirida fama le está suponiendo un problema: el canal A&E anda detrás suyo para hacer un reallity y los medios de todo el país lo acosan para entrevistas. Además, familiares de los que jamás oyó hablar están apareciendo pidiendo favores financieros. Él se quejará, pero más de uno preferiría pasar por esos problemas con tal de ganar ese pastón.