miércoles, 2 de octubre de 2013

Los restos. La relación de las artes plásticas y el arte de acción


f863e4fb1b47b206b2276d9b70a5b183_XL
Fernando Baena, desde su experiencia de artista, su práctica y relación en el ámbito del arte contemporáneo, nos plantea en su libro, las conexiones entre el arte de acción o performance y las denominadas artes plásticas. Nos introduce en los primeros  happenings, para subrayar la autonomía de dicha disciplina artística ligada al arte de acción, ya en 1961 Susan Sontag concluía que era posible discernir una unidad esencial de forma y sacar conclusiones acerca de la pertinencia de los happenings respecto de las artes de la pintura y el teatro. Con respecto a este ultimo menciona a Artaud o a Brecht, reflexiona sobre sus diferencias o similitudes originarias con respecto a la performance o el concepto de espectáculo.

 El autor cuestiona una creencia que suele predominar en el arte contemporáneo, y es la siguiente: “el arte de acción se distingue principalmente de las artes plásticas en que su elemento constitutivo más destacado no es el objeto sino el sujeto”. Con el apoyo de diversos ejemplos de acciones de artistas, sus testimonios, junto con numerosas referencias de escritores y críticos de arte, nos va dirigiendo a otra concepción del arte de acción, donde somos conscientes de una tipología posible hoy en día, de la performance, en función del valor otorgado, según los casos, intenciones, al documento. En cualquier lugar, se manifiesta la relevancia del registro en relación a la propia existencia de la acción. 
En el contexto vinculado a la performance, se plantea que el artista asume nuevas funciones mucho más próximas al papel de mediador que al de creador. Probablemente en el sentido de mostrar a los demás el proceso de creación, el cual predomina en la idea de obra concluida, donde, además es imprescindible la presencia del otro, el público.  

A través de una serie de ejemplos extraídos de la práctica del arte de acción en España entre 1991 y 2011, en el libro en cuestión se abordan las relaciones formales existentes entre artes plásticas y arte de acción, tal y como reza su subtítulo. Se explora el territorio liminar entre ambas disciplinas, mostrando que el abandono o la ausencia del objeto no son un hecho radical o absoluto en el arte de acción, sino, que más bien, el uso de objetos supone incluso algo recurrente; Fernando Baena nos va lanzando múltiples ejemplos y referencias, donde se interrelacionan performance con la pintura, instalaciones, escultura, ready made, etc.

“El efecto que las acciones buscan en el público puede querer ser inmediato y basado en la propia acción, con lo que, en la mayoría de las ocasiones, los restos se han de considerar residuos, es decir algo que no tiene valor que induzca a conservarlo. La estrategia opuesta consiste en confiar el efecto al poder artístico de los restos, huellas, y/o registro, siendo estos, en última instancia, lo que se presenta al público. Hablaríamos en el primer caso de acciones cosificadas de efecto inmediato y en el segundo de acciones cosificadas de efecto diferido”. Además el autor distingue en la tipología de “acciones cosificadas de efecto diferido”, entre las generadoras de huellas y aquellos resultados, ya sean fotográficos o videográficos que suponen un registro. Reflexiona acerca de la foto-performance, video-performance, y por último sobre el registro, archivo, y edición. En este último punto, encontramos experiencias editoriales como la de “La más bella”, donde observamos su vinculación, original, en los propios procesos de edición y producción con el arte de acción.