miércoles, 13 de febrero de 2013

No quiero olvidar

No, no quiero olvidar. Mi dignidad me lo impide. Demasiado tiempo nos ha sido impuesto el silencio de nuestras voces; nuestros ojos, vendados; reventados nuestros tímpanos; amordazada la memoria.

Hoy, un año más, muchos hemos recordado con intensa emoción la masacre que ocurrió en esta mi hermosa ciudad, Xátiva, hace setenta y cuatro años. El último reducto fiel a la Républica, el régimen político legítimo desde el 14 de abril de 1931, la zona este de España, que se resistió hasta el final al golpe de estado que derivó en la brutal Guerra Civil, recibió constantes 'avisos' por parte de los golpistas.

El domingo 12 de febrero de 1939, ganada prácticamente la guerra por el fascio insurgente, la Aviazione Legionaria italiana (Mussolini apoyó a Franco, lo mismo que la Alemania nazi de Hitler y el Estado Vaticano) bombardeó la estación de ferrocarril de esta ciudad a la llegada del convoy de soldados de la 49 Brigada Mixta. La masacre fue de una brutalidad dantesca, 109 cadáveres cuyos despojos aparecieron por las ramas de los árboles de la explanada de la estación setabense. A pesar de la ayuda sanitaria inmediata, a los pocos días fallecían los heridos que hubo en aquel acto criminal y gratuito.

Algunos historiadores cifran en alrededor de 200 las personas sin vida, mujeres y niños entre ellas. Los perdedores de la guerra iniciaban una larga carrera de represalias por parte de Franco, el ''sangriento generalísimo dictador y criminal''.

El bombardeo de Guernica, en abril de 1937, fue imputado a los republicanos por parte de los insurgentes (como ya sucedió en los bombardeos de Éibar e Irún). Pero susmentiras fueron inmediatamente fulminadas por la prensa extranjera; el periodista inglés George Steer (TheTimes), entre otros, se hallaba en Bilbao y sus testimonios fueron tajantes en cuanto a la autoría de la barbarie, lo que ayudó a testificar el luctuoso hecho a nivel internacional. La obra de Pablo Picasso, Guernica, es el grito desgarrado ante la brutalidad fascista, símbolo del antifascismo internacional.

A nivel menos conocido y muchísimo más modesto, y también muy tardíamente, la ciudad de Xàtiva consiguió erigir en la explanada de la estación de ferrocarril un monumento de hierro llamado Aixopluc (''lugar donde cobijarse de la lluvia'', en este caso de la lluvia de bombas arrojadas desde los aviones fascistas), realizado por Miquel Mollá, profesor de filosofía, artista polifacético y hombre de rectos principios, buen amigo. Aixopluc, resultado del trabajo y empeño de varios años del Consell de la Joventut de Xàtiva, fue emotivamente inaugurado el domingo 18 de febrero de 2007. A este acto asistió Raimon, hijo también de Xàtiva, que, visiblemente conmovido, lamentó que ''después de treinta años de democracia los homenajes a las víctimas de la guerra todavía molesten'', en clara alusión a la reticencia-excusa del gobierno de Aznar a que el monumento se instalara en terrenos de la estación de trenes.

Por ello no quiero olvidar. No quiero que me anulen la memoria de tanta brutalidad pasada y que intenta reproducirse en el presente. El fascio siempre ha mezclado la crueldad con la mentira cobarde y con el engaño. Así sucedió durante la guerra civil, al igual que a lo largo de los interminables cuarenta años de ''paz' dictatorial. Es lo propio de los regímenes que desprecian la democracia; en estos momentos vuelve a asomar desvergonzadamente su cabeza.

Lo sufrimos nuevamente bajo el mandato de Aznar, heredero directo del régimen dictatorial. Mintieron, confundieron a la ciudadanía como les dio la real gana. Lo intentaron hasta el mismísmo final del mandato, procurando por todos los medios posibles falsear la autoría de la brutal matanza de Atocha para tener amarrado al pueblo con sus falacias. No quería Aznar que la ciudadanía lo responsabilizara políticamente ni a él ni a su partido por la guerra contra Irak, impuesta contra la voluntad de los españoles. Y tras perder las elecciones, siguieron mareando aún con teorías inventadas en cada momento con la impagable ayuda de Pedro José.

Y ahora mismo, en solo un año de desgobierno de Rajoy, ni a España ni a sus ciudadanos nos conoce la madre que nos parió. Están acabando de destrozar lo que, tras la muerte de dictador, comenzamos los españoles a construir con tanto esfuerzo e ilusión, en busca de las tan deseadas DEMOCRACIA Y LIBERTAD. En los momentos presentes España ha retrocedido muchos años.

Sutilmente el autoritarismo, que es siempre el primer paso de la dictadura, se halla en pleno funcionamiento.

Han inventado la neolengua, lo propio de los regímenes dictatoriales: ellos rebautizan las cosas de manera tal que el pueblo no lo entienda y quede sojuzgado por los poderosos. Sus procedimientos recuerdan la gran y premonitoria obra '’1984'' de George Orwell.

A este tipo de gente hay que ubicarlos ideológicamente en la ultraderecha y económicamente, en el neoliberalismo. Su sistema es el de la pirámide muy alta y de base muy ancha, el pueblo con menos capacidad adquisitiva y cultural, para sostener a todos los sinvergüenzas que están arriba, cuanto más elevados, más ricos.

Solo se pueden librar de esta maquiavélica argucia aquellos que tienen la memoria lúcida y la mente ágil para engarzar las manipulaciones de antaño con las presentes y no caer en la trampa.

La última que nos han tendido es obligarnos a pensar que Bárcenas no existió, y, si lo hizo, nada tiene que ver con el PP, Igual que el Gürtel y las dádivas de cientos de miles de euros (dinero de todos) a Urdangarín por ser yerno del Rey.

Jamás hubo sobres ni dinero negro, comenzó Rajoy, y Bárcenas, mensaje comprendido, niega que sus papeles sean suyos, suya la letra. Niega el dinero B en Genova, 13. Rajoy lo reafirma con ''es falso''.

La verdad, realmente, es lo contrario de lo que estos sujetos afirman: Que no hubo pagos en B, que no existe ninguna irregularidad en las cuentas del PP, que están hartos y que callemos ya. Muchos les obedecerán, por miedo o por ignorancia. Otros continuaremos sin creer ni una sola de las mentiras que van construyendo. Porque los conocemos. Porque la memoria nos ayuda a ver que son de la ''misma estirpe'', herederos del maldito fascio. Y nuestra misión es ir desmontado sus mentiras para que otros ciudadanos vean la verdad desgarrada, pues la máscara estará ya arrancada.

Los que nos consideramos demócratas tenemos conciencia de que debemos recuperar lo que, con unas u otras excusas pero siempre la violencia por medio, nos han arrebatado. Hay que luchar por lo nuestro y no dejar que nos impongan ''sus verdades''. Dice Raimón ''jo vinc d'un silenci / que romprà la gent negat / Jo vinc d'un silenci / antic i molt llarg / jo vinc d'un silenci / que no és resignat''.

De ahí que ''qui perd els orígens / perd identitat.'' Nuestra identidad, nuestra yoidad, nuestra sangre y la de nuestros padres no podemos perderla.

No tenemos derecho. Y para ello hemos de abrazar amorosa y fuertemente nuestros orígenes, que no son precisamente los de la mentira ni la falsedad ni la dictadura. Eso, lo propio del fascio, para el fascio.

María Dolores Amorós