sábado, 5 de mayo de 2012

murieron literalmente, de hambre, frío y disentería en Mauthausen

Eran soldados republicanos que llegaron tras cruzar la frontera francesa en febrero de 1939, después de la derrota de Cataluña. Esperaban recuperar sus fuerzas, reagruparse, adiestrase y llegar hasta el otro lado de los pirineos donde un grupo genuino de resistencia todavía no se rendía. Llegaron con sus armas y equipajes, y todo este buen material se oxidó por la nieve que cubría los pasos de montañas o por la humedad de las laderas orientadas al mediterráneo…

Y ellos, los esclavos vencidos, fueron hacinados en improvisados campos de “transito”, donde murieron literalmente, de hambre, frío y disentería. Los más fuertes, los más motivados, trataron de reconstruir una jerarquía militar o política, pero muchos de ellos, la mayoría, estaban destrozados por la derrota y abandonaron el combate. La historia de estos campos de concentración nunca ha sido escrita: Le Vernet-d’Ariege, Saint-Cyprien, Barcares, Argeles, Gurs, Septfonds… Su historia debería ser conocida.

Luego, voluntarios o no, los Españoles Republicanos se enrolaron en equipos de trabajo o batallones irregulares de extranjeros voluntarios. Con la llegada del ejército Aleman fueron barridos hacia campos de prisioneros donde la Gestapo no tuvo dificultades después de todo, para reagruparlos y enviarlos a Mauthausen.

Christian Bernadac, “The 186 Steps”