viernes, 1 de julio de 2016

Sordo salió a bailar y volvió sin una oreja

Sordo salió a bailar y volvió sin una oreja - El misterioso caso de la oreja desaparecida (Imagen ilustrativa).
COSA DE LOCOS
El misterioso caso de la oreja desaparecida (Imagen ilustrativa).

El insólito caso tuvo lugar en la ciudad de Salta. Un joven de 25 años, con retraso madurativo, regresó a su casa tras una fiesta nocturna con el pabellón auditivo mutilado. El joven no quiso revelar qué fue lo que pasó.

Este singular caso, denunciado por la madre del joven herido en la comisaría Novena de Salta, tiene a la propia víctima como principal protagonista, ya que el muchacho, además de su retraso madurativo, es sordo y hasta el momento no quiso develar bajo ningún motivo lo sucedido.
Por lo poco que se sabe, Gregorio, de 25 años, fue auxiliado el 19 de junio pasado, alrededor de las 7 de la mañana, luego de que su madre, Adriana Ramos, fue a despertarlo y descubrió que tenía la cabeza ensangrentada y que le faltaba la oreja izquierda, según el portal InformateSalta. El hecho trascendió recién este martes.
De inmediato, la mujer, quien reside con su hijo en el barrio 6 de Septiembre, llamó al 911 y pidió auxilio. A los pocos minutos, una patrulla y una ambulancia del SAMEC llegaron a su vivienda, expectantes por el relato que la mujer dio al pedir ayuda para su hijo. Tras verificar que efectivamente, Gregorio estaba en su cama sin el pabellón auricular izquierdo, los policías dialogaron con su madre, quien relató que la noche anterior, su hijo salió junto a una amiga. Y que se dirigieron a un boliche bailable, denominado “La Sandrita”, ubicado en la esquina de la avenida Artigas y Los Tulipanes, en Villas Las Rosas.
Los policías pudieron establecer que el joven es habitué de dicho local, siendo esto lo único que lograron sacar en claro, ya que el joven, quien regresó a su casa en horas de la madrugada, no quiso decir nada de lo sucedido y mucho menos si al salir de ese local ocurrió algún incidente.
Su madre, en tanto, confirmó que escuchó a Gregorio llegar de madrugada, pero prefirió dejarlo dormir para recién hablar sobre su salida. Al ir a su cuarto, lo encontró tapado con su frazada hasta la cabeza, por lo que al correr la colcha vio que el gorro que llevaba puesto en la cabeza estaba manchado con sangre.
Al subirle el gorro, se dio con una escena inimaginable: su oreja izquierda ya no estaba, sólo había un notable rastro de sangre en su lugar. Al revisarlo, la doctora Molina Nieto y José González, del interno 809 del SAMEC, confirmaron la ausencia del pabellón auricular, razón por la cual dispusieron su traslado al hospital San Bernardo.

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