martes, 10 de mayo de 2016

Diez errores científicos que se cometen una y otra vez en el cine

Jaime Noguera
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La Física tiene una serie de batallas perdidas con el cine. Pese que toda película con un presupuesto decente suelen contar en nuestros días con asesores especializados, hay errores relacionados con la ciencia que parecen haberse quedado en la pantalla para no irse jamás. Naves alienígenas derrapando en el espacio, tipos musculados a los que no se le mueve ni un pelo con el retroceso de su ametralladora, coches submarinos imposibles o las extrañas propiedades de la lava. De todo ello y más habló el Profesor de Física de la Universidad de Granada, Arturo Quirantes Sierra, en el marco del evento de divulgación científica Desgranando Ciencia. ¿Magia del cine, errores asumibles o fallos garrafales?

1. El sonido se propaga por el vacío
“En el espacio nadie puede oír tus gritos”, anunciaba la película  Alien en 1979. Pues parece que lo único que no se podía oír eran los gritos, nada más. Excepto en honrosas ocasiones como 2001 o en Gravity, en el universo de la gran pantalla pasan de la transmisión natural de las vibraciones mecánicas y se escucha de todo: explosiones, motores de destructores imperiales, naves derrapando y hasta la voz de maestros Jedi fallecidos.

2. El láser es visible.
Basta con coger un puntero y hacer la prueba. Solo veremos el láser si hay partículas de polvo en suspensión, humo o similares. En el espacio, el láser es totalmente invisible, además de mucho más rápido. Nada de ir cachito a cachito como si fuesen balas, es luz. En el mundo real no veríamos a la Entreprise lanzar sus lanzas de energía a todo trapo, y la destrucción del planeta Alderaan por la Estrella de la Muerte sería un triste espectáculo de mimo por el que no soltarías lo que pagas ahora en el multicine.

3. Las naves espaciales son como los aviones.
Para una película de ciencia ficción la forma de las naves daría un poco igual. No tendrían que ser aerodinámicas, dado que no tienen que sostenerse con la resistencia del aire, planear, etc. Se construirían directamente en órbita para ahorrar un caro despegue terrestre. ¿Que quieres darle forma de jamón serrano? Vale. ¿De armario empotrado? Vale. Sin embargo, no son pocas las películas con naves intergalácticas cuyos diseños parecen pensados para el puente aéreo.

4. El malo no se mueve porque es muy fuerte.
En el cine, cuando le pegas a alguien, ese golpe no te afecta a ti. La ley de la acción y reacción no existe. El principio de conservación de la cantidad de movimiento desaparece de las leyes de la lógica. El Duente Verde le mete un puñetazo a Spiderman y lo manda a Cuenca, y ese tipo de cosas. Una película que sí respeta (a lo bruto) la cinética es Matrix, al menos en el momento “supertoña bajo la lluvia” en el que Neo y el Agente Smith (dos contrincantes con la misma masa) salen disparados cada uno hacia un lado. .

5. El efecto Coriolis es así de potente.
El efecto Coriolis es la fuerza producida por la rotación de la Tierra en el espacio que tiende a desviar la trayectoria de los objetos que se desplazan sobre la superficie terrestre; a la derecha en el hemisferio norte y a la izquierda, en el sur. Es un efecto muy pequeño y difícil de medir. A pesar de ellos, sirve desde hace años para que los guías turísticos de países ecuatoriales se saquen un buen dinero en propinas con espectáculos explicativos. Se nos ha hecho pensar que sus efectos son muy grandes. ¿Quiénes son los culpables? Los Simpson.

6. La lava no quema si no la tocamos.
La lava, simplemete por radiación, quema. Cualquiera que se haya acercado demasiado a una chimenea lo sabe. No puede andar uno como Pedro por su casa cerca de la lava como hemos visto en infinidad de películas, aunque uno sea Darth Vader de joven.
¿Lo he dicho? ¡Quema!
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7. Las personas se hunden en la lava.
Si un líquido es más denso que un objeto, es imposible que el objeto se  hunda en este. La lava es piedra fundida, luego más densa que nosotros. Por lo tanto, uno no se hunde en un mar de lava como si fuese de agua. Gollum se hubiese partido el espinazo, sus órganos internos habrían reventado y luego se habría formado una desagradable hoguera con sus restos, pero no se hubiese hundido.

8. Las armas no tienen retroceso.
¿Lo de la acción y reacción? Pues pasa cuando disparas a troche y moche un arma, como en buena parte de la producción de Hollywood, donde se saltan el famoso “retroceso” a  la torera. Es el caso de Predator, en el que vemos a un tipo disparar una ametralladora Gatlin a la altura de la cadera casi sin inmutarse.

9. Mi coche es un submarino.
En La espía que me amó, Roger Moore/James Bond se lanza al agua con una chati a bordo de un Lotus que se hunde como una piedra para luego transformarse en un submarino. No contento con eso, lanza un misil que se carga a la malvada Caroline Munro en su helicóptero. A lo de este desperdicio no alegaremos nada, pero un coche está lleno de aire y cuando cae al agua puede tardar hasta unos minutos en hundirse. Tendría que llenar unos tanques con agua para adquirir peso y sumergirse, como los submarinos. Sorry, James.

10. Puedes ampliar la imagen todo lo que quieras.
Escena típica de película o serie. Captan la imagen de un fugitivo en una cámara en un aeropuerto, centro comercial, etc. El investigador de turno se acerca al chino del ordenador y le dice con tono autoritario “amplíe la imagen”. El técnico, que es un mandao, amplía la foto hasta que se ven los pelillos de las aberturas nasales del sujeto y la identificación resulta positiva, tras lo que se reinicia la persecución. En realidad, como pasó en el caso de la búsqueda del llamado “hombre del sombrero” durante los últimos atentados en Bruselas, cuando amplías una imagen de mala calidad lo que obtienes es una imagen de peor calidad. Y es que, de donde no hay no se puede sacar.
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Visto en la ponencia ‘Batallas Perdidas’ de Arturo Quirantes Sierra en Desgranando Ciencia.

Jaime Noguera es el desvergonzado autor de España Guerra Zombi‘.

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