miércoles, 15 de abril de 2015

José Antonio Illanes



Cuando llegué al barrio tú ya estabas, regia y única, sin tacha y sin pretéritos, como un amor embrionario y fatal. A diario sombreas mis delirios, patria de gorriones pardos que trinan su exilio en el terciopelo de tus flores añil, sin arroyos ni trigales, sin infancias que hechizar.

Los gorriones son poetas. Indómitos, crédulos, vivos, osados… Alborotan la plaza con sus voces irreverentes, escandalizan al pueblo y sobresaltan a los mansos. Cuando llegué al barrio ya estabas frente a mi casa. Y te amé con afán, como a patria perdida, como a novia inicial, como al trozo ajado de una bandera proscrita.

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