viernes, 13 de marzo de 2015

¿ESTUPIDEZ O ENVIDA?



¿ESTUPIDEZ O ENVIDA?
No me gusta ser cruel con personas de cortas luces, la verdad, y haré lo posible por moderarme en este comentario, pero algunos me lo ponen difícil. El economista José Carlos Díez, criticando a su colega griego Varufakis, a quien posiblemente envidiará el currículum y la señora, comenta en Twitter lo que ustedes ven abajo, que eso de comer bien y ser de izquierdas… lagarto, lagarto.
Conviene recordar que Díez fue asesor económico de Zapatero, que en paz civil descanse y, con afilada visión profesional, aseguró en 2009 que “España saldrá de la crisis antes que Europa” y también: “Lo peor de la recesión ya ha pasado”, y la mejor de todas: “El panorama se presenta muy malo, sobre todo en Alemania”. Un lince.
Es común en algunos celtíberos metidos a filósofos esta postura remota y cavernaria, este enfoque alimenticio de los principios, como si el paladar o el sistema digestivo condicionaran cabalmente los conceptos o los valores, como si el yantar fuera el candil que ilumina la vaporosidad de las ideas. Según él y muchos como él, los que son de izquierdas deben roer chuscos de pan en las esquinas y pleitear huesos con los perros y espinas de pescado con los gatos. Por eso son de izquierdas, por una cuestión alimenticia, no de principios. El hombre es su estómago, no su cerebro.
Y lo mismo con la ropa. Si usted no va descamisado, en alpargatas, con un pañuelo en la cabeza anudado en las puntas y oliendo a sudor, usted no es de izquierdas, ya se lo dice don José Carlos Díez, el telepredicador econofilósofo de moda. Para ser de izquierdas usted tiene que ir vestido de miliciano o de indigente, o en cueros, porque los valores y las ideas están en el vestir, no en el cerebro ni en el corazón.
Según este planteamiento de don José, que causó furor en el Neolítico, España hoy debería estar llena de millonarios, porque muchos pobres, para su desgracia, son de derechas, y a lo mejor mañana, en el corto intervalo de una jornada electoral, estar llena de mendigos si la mayoría decide ser de izquierdas, y deberíamos ver a los albañiles, a los parias o a los acomodados, comiendo langostas o almorzando pan duro en función de su voto o de su ideología.
Así de cortitos son los asesores de algunos presidentes que hemos tenido. Aunque en el caso de don José la cortedad de luces puede complicarse con un repentino resquemor en el estómago más parecido a la envidia que al hambre, pero así ven el mundo los que tienen los valores en las tripas.