martes, 8 de julio de 2014

Juan Carlos Monedero (Podemos): "Es evidente que vamos a gobernar este país"




Juan Carlos Monedero es uno de los principales 'culpables' de las grietas abiertas por Podemos en la política acartonada dominante. En esta entrevista habla de la necesidad de revisitar la historia, de patriotismo, de cómo hacer para  no acabar como Allende, de separatismos, de trepas y arribistas, de la lucha armada. Porque está seguro que Podemos va a gobernar este país.





Juan Carlos Monedero




Gobernar. Es absolutamente evidente que vamos a gobernar este país en sus diferentes niveles. Absolutamente evidente. Todas las encuestas lo dicen y, cuando nosotros salimos, dijimos que no veníamos a empatar, que veníamos a ganar el partido. Y ahí somos coherentes. Salimos a por todas.

La izquierda. La izquierda, la izquierda real, ha estado durante mucho tiempo acomplejada. Ha estado durante mucho tiempo siendo rehén de su pasado. Nosotros hemos querido superar muchos de esos cuellos de botella, entre ellos el de seguir hablando de derecha e izquierda cuando eso induce más a confusión que a claridad. Hemos, igualmente, superado los candados de tener que cargar el lastre de las medallas del papel de nadie durante la Transición. Y hemos superado un tercer lastre esencial, que era un lastre generacional. Ha habido muy poca generosidad en la izquierda, y hay gente que ha estado marcando la pauta desde hace treinta años sin ningún atisbo de generosidad para dejar el paso a nuevas generaciones. Sólo lo ha hecho cuando ya no había más remedio.

Orígenes de Podemos. Somos muy conscientes de dónde venimos. Uno de los elementos centrales en nuestra reflexión es la recuperación de la Historia. Hay dos libros sin los cuales yo no estaría en Podemos; uno es 'La Transición contada a nuestros padres', donde hago un repaso de mi propio país, de la Transición y de todo lo ocultado anterior que no me permitía entender dónde estamos ahora mismo. Y, después, el 'urgente de política para gente decente', que era un poco el análisis de la política del siglo XXI. Sin el libro de la Transición, yo no me podría explicar cómo es mi país. Mi país, fíjate, me he tenido que ir fuera para entenderlo, porque tuve que ir a hacer la tesis a Alemania y luego me tuve que ir a la periferia, a América Latina, a mirar. A mirar nuestro propio país reflejado también en la herencia colonial que dejamos en América Latina. Sin la recuperación de la Historia es imposible que nosotros estuviéramos aquí. Por tanto, nadie va a escucharnos jamás decir que venimos de la nada. Nunca. Nunca. En absoluto.

Nuevo discurso. Es verdad que hemos tenido que plantear discursos nuevos. Hemos tenido que revisitar los relatos de nuestro país. Aquí había una serie de relatos que eran profundamente mentirosos, y o revisitábamos esos relatos, o no podíamos avanzar. Teníamos en mente lo ocurrido en Alemania. En Alemania, los nietos del fascismo, sobre todo a raíz del libro de Daniel Goldhagen 'Los verdugos voluntarios de Hitler', revisitaron su propio pasado, porque había una mentira nacional que quería dejar de lado la historia del nazismo y echarle la culpa a cuatro miembros de la Gestapo, cuando fue todo un pueblo el que cayó rehén de esa locura. Y los nietos de ese pueblo, para construir una sociedad más sana, tuvieron que revisitar su pasado. En Portugal, tienen que revisitar todo lo que fue la Revolución de los Claveles para poder avanzar. En Italia, tienen que revisitar toda la construcción de la posguerra y ver cómo todos los partidos se unen para evitar que el PCI avance. En Grecia, Syriza tiene que retrotraerse a la guerra civil después de la segunda guerra mundial, cuando el bloque occidental tiene que machacar a la izquierda porque a Grecia le ha tocado en los repartos de Yalta y Potsdam estar en el bloque occidental. Tú en Grecia no puedes montar Syriza si no haces una revisión de la historia griega. Eso, aquí, lo hemos hecho nosotros.

Revisión de la historia. Esa revisión ha consistido en entender los cuellos de botella de nuestro país: el papel de la Iglesia, nuestra supeditación a Europa, las diferencias territoriales que hay en España... Fíjate que el relato centralista nacionalcatólico nos impide entender en buena parte de España qué ocurre en Cataluña, o en el País Vasco, o aquí mismo, en Asturias. No puede ser que alguien en Cáceres le pregunte a un catalán si es verdad que en su casa habla catalán con sus hijos, porque eso implica un vacío de comprensión de tu propio país. Pero eso es porque nadie te lo ha explicado, porque no está en los libros de historia, porque no está en el relato oficial de un país cuyo relato oficial es el relato de los vencedores.

Reacción de las élites. [Para no acabar como Allende] Apelar a las mayorías. Decir a la gente que si nos vota simplemente para que les demos lo que ya no les da ni el PSOE ni el PP, que no nos voten; que si nos votan sea porque al día siguiente estén dispuestos a estar en la calle defendiendo el proyecto que nosotros significamos. Tener un proyecto de país, y dejar claro a sectores para los cuales esto es muy sensible, como el Ejército o la Policía, que han regalado España; que aquéllos a quienes se les llena la boca de patria han vendido el territorio a bancas extranjeras, a multinacionales... Hemos visto, por ejemplo, cómo querían hacer un paraíso fiscal para instalar en España Eurovegas.

Patriotismo. Sí, afirmamos que la patria son los ciudadanos y las ciudadanas. No queremos dejar a los defensores de esta almoneda de España, de esta venta de nuestro país, la reivindicación de la patria. Los que están rompiendo España son ellos. El Partido Popular es una fábrica de independentistas, y el PSOE un boxeador noqueado que se abraza al PP para no caer en la lona, y se convierte igualmente en una fábrica de descreídos, de descontentos y de independentistas por su falta de convicción en el federalismo, que llega tarde y mal. En consecuencia, yo estoy convencido de que los únicos que podemos salvar a España por nuestra convicción federal somos nosotros, porque somos una fuerza federalista sincera y creíble. Las dos cosas. Sincera, porque entendemos que podría perfectamente el Tribunal Constitucional estar en Barcelona, y podría estar perfectamente la Comisión Nacional del Mercado de Valores en Vigo. Mientras no entendamos eso, no entenderemos una España federal. Somos sinceros y somos creíbles, porque en Cataluña o el País Vasco, los sitios donde hay una identidad más fuerte, saben que nosotros estamos a favor del derecho a decidir, y sabemos que los pueblos diferentes que configuran España no pueden estar en este encuentro que llamamos España sin su propia voluntad.

Independentismo. Cuando tu pareja no te quiere, tú no puedes hacer que te quiera a golpes, ni puedes apelar a una Constitución hecha cuando había ruido de sables en España. Quienes quieren solventar estos problemas de convivencia con amenazas, o recurriendo simbólica o realmente a la violencia, no han entendido nada. Son independentistas y son los que están rompiendo España. De todas maneras, las cosas no son blanco o negro casi nunca. No te despiertas un día y se ha declarado la independencia. Yo creo que la independencia de Cataluña sería un desastre, para ellos y para el resto del Estado, porque no es gestionable, porque generaría demasiados problemas de muy difícil solución. Habría que pactar, por ejemplo, las deudas. Hay que pactar las cuencas hidrográficas... Es que es muy complicado, y también hay un decantado histórico de esto que llamamos España que no se puede ignorar a no ser que, como ocurre en Cataluña con Artur Mas, tu declaración de independencia sea un nicho electoral, que eso genera muchos problemas. Al final nos encontramos a la derecha haciendo un nicho electoral del odio a los catalanes y a Artur Mas haciendo un nicho electoral de la declaración de independencia. Me interesa mucho más el sustrato de fondo que hay en la sociedad catalana y el sustrato de fondo que tenemos que crear en el resto de la sociedad española para hacerles entender que basta que sinceramente creamos en el derecho a decidir para que los catalanes no quieran marcharse. Una de las cosas más hermosas que me han pasado durante la campaña es gente que me escribe diciéndome que "si España es Podemos, yo no quiero irme de España".

Contra trepas y arribistas. Un código ético, que está ahora mismo en discusión, en el cual establezcamos las líneas rojas que no se pueden traspasar. Al mismo tiempo, la capacidad máxima de decisión que tienen las asambleas. El advenedizo tiene que convencer a todo el círculo, y es más complicado que todo un círculo sea víctima de las argucias de un arribista. Pero hay problemas que entonces, ¿sabes?, no tienen solución, ¿no? Si alguien de repente es racista, fascista, tiene una serie de cuestiones que claramente se alejan de nuestro ideario, estará fuera de Podemos. La comisión de garantías, o como se llame, que exista, tomará cartas en el asunto. ¡Pero tenemos que confiar en la gente! Es que si no confiamos en la gente, no hay solución. No hay soluciones mágicas. Tienes dos, o tienes tres: confiar siempre, plenamente, en las asambleas; confiar en una vanguardia o buscar un mecanismo entre ambos lados, que es lo que nosotros estamos intentando. Pero en este tipo de cuestiones es la inteligencia social la que los tiene que solventar. Ahora bien, tenemos que estar muy, muy atentos. Tenemos una reflexión pendiente acerca del riesgo terrible de que lleguen muchos arribistas a Podemos. La política atrae a lo mejor y a lo peor. Y lo bueno es que lo sabemos. Por lo tanto, estableceremos las vacunas previas para evitar esa epidemia.

Lucha armada. Radical oposición. No tiene sentido. Si no tiene sentido en América Latina, que tiene en algunos países tasas de pobreza del 60%, no te digo ya en Europa, donde la situación no es en absoluto comparable. La lucha armada tiene sentido, como reconocen algunas Constituciones del mundo, cuando se está acabando con la democracia. El derecho de resistencia está hasta en la Constitución alemana. Si de repente hay alguien que da un golpe de Estado, tienes derecho a levantarte en armas contra esa gente que quiere subvertir la democracia. Ahora bien, salvo en esos casos, la lucha armada es un anacronismo en Europa. No tiene legitimidad, no tiene apoyo popular, y una lucha armada que no tiene apoyo popular, que no tiene el reconocimiento ciudadano, se llama terrorismo.

Pesimismo esperanzado. Lo que sabemos es que es necesario [cambiar el sistema]. Y cuando sabes que algo es necesario, tienes que ver cómo se hace posible. Yo creo que el sistema está expulsando a demasiada gente a los bordes del camino. ¿Puede sobrevivir una sociedad con la mitad de la población en estado de pobreza? Sí. Lo vemos en América Latina ahora mismo. Y también vemos que en Europa es posible que nos retrotraigamos a situaciones de los años veinte. Pero aún así, lo veo complicado, porque tenemos poblaciones mucho más formadas, tenemos medios de comunicación alternativos que nos permiten un nivel de comunicación que no hemos tenido en otros momentos de la historia, también en lo que respecta al transporte... Creo que todo eso construye una esfera pública más virtuosa, y en ese sentido soy pesimista, pero soy un pesimista esperanzado, porque ellos tienen los bancos, los medios de comunicación, el Ejército, las universidades, las editoriales..., pero también, como decía al comienzo, veo muchas grietas, y las grietas marcan la tendencia... A la gente se le está saliendo el corazón con Podemos. La gente está identificando que somos una oportunidad de cambiar una sociedad que no nos está gustando. Es un desafío lleno de alegría, y como decía Víctor Hugo, en una frase que repetía mucho Marx, nada tiene más fuerza que una idea cuando le ha llegado su hora.