lunes, 25 de noviembre de 2013

ISON, el cometa kamikaze

Cometa ISON. Fernando Moreno (IAA-CSIC)
 El cometa ISON, bautizado como “el cometa del siglo”, pasará “rozando” el Sol dentro de tres días, una aproximación que si no acaba con él permitirá a los científicos realizar, casi por primera vez y con gran detalle, el seguimiento completo de la vida de un cometa desde su descubrimiento.
C/2012 S1 (ISON), visto por primera vez en septiembre de 2012 por astrónomos rusos, es un cometa especial que procede de la Nube de Oort, una burbuja que rodea todo el Sistema solar y que, se cree, está formada por los restos de la nebulosa que dio lugar al Sol y los planetas hace 4.600 millones de años.
Nada más descubrirse, ISON destacó por su enorme brillo -considerando la gran distancia que le separaba del Sol- y, desde entonces, astrónomos de todo el mundo esperan divididos que el cometa pase su primera prueba de fuego: el paso por el perihelio, que será el momento en que estará más cerca del Sol.
José Luis Ortiz, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicasn (CSIC), participa en una campaña de observación de ISON diseñada para estudiar al cometa antes y después de ese momento.
La mayoría de los cometas, explica Ortiz, son pequeños cuerpos sólidos helados que sufren cambios dramáticos según se acercan al Sol y sube la temperatura: los hielos que albergan en su interior se calientan, subliman (evaporan) y liberan polvo que reflejan la luz solar y que da lugar a la mancha difusa que envuelve al núcleo (coma) y a la cola.
Pero además, “igual que le está pasando a ISON en las últimas semanas”, los cometas registran episodios puntuales de violenta actividad en los que su brillo se intensifica súbitamente.
“No se conocen bien los mecanismos que causan estos estallidos de actividad pero en la mayoría de los casos se producen cuando al acercarse al Sol los hielos que albergan en su interior reciben el calor del Sol y se evaporan bruscamente”, explica Ortiz a Efe.
En el caso de ISON, lo más probable es que “el eje de rotación de este cometa haya estado alineado con el Sol, con lo que siempre recibía la luz solar sobre el mismo hemisferio, pero ahora, al moverse en la órbita y cambiar su orientación, el cometa recibe luz donde antes no llegaba y sublima hielos ocultos”, puntualiza.
En su viaje hacia el perihelio, que tendrá lugar en tres días, el cometa estará a solo 2,7 radios solares (1,8 millones de kilómetros) del Sol y alcanzará temperaturas de unos 5.000 grados, entonces podrán ocurrir dos cosas: que el calor provoque en ISON un intenso periodo de actividad que aumentará considerablemente su brillo, o que, simplemente, lo desintegre.
En ese momento, ISON estará tan cerca del Sol que sólo se podrá ver con telescopios equipados con coronógrafos (filtros que tapan el disco solar y permiten ver lo que hay en las cercanías del astro) y que están colocados en satélites específicos, pero “en Tierra tendremos que esperar unos días después para verlo al amanecer”.
Por ahora, la comunidad científica observa el viaje kamikaze de ISON “dividida al cincuenta por ciento entre los que piensan que no superará la prueba y los que creen que logrará pasar de largo sin desintegrarse”.
“Ocurra lo que ocurra, ISON es muy especial porque cuando se descubrió estaba lejos del Sol pero ya era brillante y bastante activo, lo que hacía pensar que al acercarse al astro iba a ser más fulgurante incluso que la Luna”, asegura.
Aunque finalmente, ISON no ha resultado tan luminoso como se predijo, sigue siendo “único” porque si sobrevive al perihelio será prácticamente la primera vez que los astrónomos observen la actividad de un cometa desde su descubrimiento, un seguimiento tan exhaustivo que convertirá a éste cometa en uno de los mejor estudiados hasta ahora.
Además, si finalmente sobrevive, ISON “será un aliciente más para mirar al cielo, porque estará a la vista de todos, incluso en diciembre y enero será observable a simple vista durante gran parte de la noche”, destaca el astrónomo. EFE