
Lo curioso del caso es que, entre la declaración y los datos de la web del Congreso, hay una diferencia de 83.000€. Según Hacienda, en 2010 Rajoy cobró 181.098,4€. Según el Congreso, 98.225,90€. Hace tantas pirulas con las cuentas que ni él mismo sabe ajustarse a su propia mentira. En Moncloa alegan que la diferencia proviene de los impuestos, pero aun así, habría un desfalco de 5.000€. Al parecer, la declaración de Rajoy tiene tres columnas: Deber, Haber y Materia Oscura. Y al igual que en el Universo, la materia oscura está en expansión.
Dicen que si un contable mira la declaración de Rajoy cae sumido para siempre en el pozo de la locura. Está habiendo suicidios de contables en masa, lo que, de hecho, es la cosa más excitante que ha pasado en el mundo de la contabilidad desde la invención de la calculadora.
Esperad, esperad que ahora viene lo bueno. Entre 2006 y 2011, el Presidente, el mismo líder que, cargado de sensatez, pedía «trabajar unas poquitas horas más o bajarse el sueldo», se subió el sueldaco un 36%. Eso es lo que se conoce como “predicar con el ejemplo #exceptoalgunacosa”. Teniendo en cuenta que, por algún oscura lógica que no alcanzo a comprender, en este país se cobra más en la oposición que en el Gobierno, tendría sentido que en los dos últimos años, en Génova los sobres volaran como Angry Birds.
En el fondo, Rajoy está tranquilo. Sabe que la declaración le saldrá a devolver. Viendo como nos trata, cualquiera diría que está convencido de tener a 46 millones de tontitos a su cargo. Y eso, como sabéis, desgrava