martes, 27 de noviembre de 2012

La mujer de plata

MIGUEL ANGEL Toledano 12/11/2012


Produce extrañeza y alivio encontrarse ante alguien que te habla, que te escucha, permitiendo y provocando, abriendo lienzos de claridad hasta lograr que aflore nuestro sentido natural, el lado oculto; oculto para nosotros. A veces nos desorientamos, o nos perdemos directamente, hasta que llega un momento en que seguimos adelante llenos de confusión y de vacío. Si nos descuidamos y persistimos cuando ya sabemos que vamos en la dirección equivocada, la dispersión puede llegar a convertirse en una triste historia de dolor y desencuentro.
Yo tuve la suerte de ser bien orientado hacia una muchacha que, poco a poco, fue quitándome los ropajes que visten la desnudez del hombre que ha perdido su inocencia.
Una muchacha clara, cálida. Una mujer hecha de algodones: la mujer de plata. Ella me ayudó a comprender mejor el mundo que nos rodea y nuestras emociones profundas, el desorden sentimental, la contradicción como alimento del alma. Entender lo que le pasa a uno es la única manera de poder darle solución y los seres humanos necesitamos a veces apoyos cuando nos enfrentamos a nuestras dudas, a nuestras limitaciones, a nuestras impotencias, para dar sentido a la búsqueda de nosotros mismos. Solo al vernos ante ese espejo podemos comenzar a reconstruirnos con una mirada nueva, hasta aprender a cabalgar las inquietudes que nos aturden.
Mi conversación con esa muchacha se fue extendiendo a lo largo de los meses. La terapia te ayuda a quitar hierro a las cosas. Te das cuenta de que nada es tan grave. Ella me ayudó a ir eliminando cosas, a calmar mi ansiedad; me mostró que la verdad es el espacio de las preguntas, donde no hay ocultación. Lo más hermoso está dentro de ti, me decía. Deja de dar tanta importancia a lo de fuera y no dejes de escribir. No dejes de escribir nunca. Era la recomendación, no sé si el ruego que siempre me hacía, y es también parte de la deuda que guardo con ella.