lunes, 1 de octubre de 2012

El sitio de mi recreo

La niñez comienza en Homero. Ayer me acerqué al colegio donde han estudiado mis hijos obedeciendo a un impulso natural que recibo cada año cuando comienza un nuevo curso. Detuve el coche a la altura del patio donde los niños revolotean disfrutando la sagrada hora del recreo y algunos de ellos se acercaron a la verja para observarme. Yo observaba sus juegos en estos primeros días, cuando todo vuelve a ser nuevo y la vida es luminosa y clara. Como la mirada de estos niños, de esa niña que se acerca sonriendo para preguntarme a quién busco.
Estos pequeños están vivos, inquietos, ajenos al tiempo que se estira, elástico y dulce, para acogerlos en su seno. Yo los contemplo hoy escuchando la canción de Antonio Vega y todo se detiene mientras la atmósfera se ilumina. Septiembre huele a lápices nuevos y cuadernos en blanco. Octubre es una mochila pequeña sobre los hombros de estos niños que juegan e invocan sin saberlo con sus cantos a la lluvia. La lluvia fresca en los campos que ha llegado pronto este año para calmar tanta fiebre, tanta ansiedad. La lluvia como un manto de humedad y tersura, indicio de frutos futuros, sobre nuestra piel, los olivos y las encinas, sobre nuestros sueños.
Por la tarde vinieron a verme dos niños con lapiceros de madera para enseñarme su primer trabajo: una página de caligrafía, hermosas palabras dibujadas y acompañadas de dibujos alusivos que habían coloreado a su gusto. Cuando la observo, compruebo de nuevo que la escritura a mano le otorga al pensamiento una fijeza que no se logra hablando. Ya tendrán tiempo de aprenderlo. Ahora yo vuelvo al patio, disfruto con los niños jugando y me detengo sobre las maestras que los cuidan. Ser maestra es misión de gente noble, porque sólo el amor engendra la maravilla. La niñez literaria comienza en Homero. En la vida la niñez comienza en el colegio.

* Profesor de Literatura
El sitio de mi recreo ( Diario Córdoba - 01/10/2012 )