miércoles, 28 de diciembre de 2016

Pedro Díaz de Haro (III)

El Patrimonio Histórico de Fernán Núñez

Cultura, tradición, historia y arqueología de nuestra Villa

Y en esta última entrada voy a hacer un repaso del rasto que dejaron los Haro en nuestro pueblo.

En primer lugar, en algunas leves descripciones sobre la torre de Abencaez se decía que tenía el escudo de la Casa de los Haro, probablemente añadido en alguna reforma o reparación acometida por los primeros señores de dicha alquería.

Escudo en piedra de los Haro (no es el de Abencalez que está desaparecido, pero podría parecerse)



Crespín Cuesta nos dejaba en el Libro de la Feria de 1988 una efeméride relativa a su hijo don Lope:

Año 1288
Se extrema la desconfianza de Sancho IV el Bravo, hacia don Lope Gutiérrez de Haro, Señor de Fernán-Núñez y Abencaez a causa de la muerte de don Lope de Haro, señor de Vizcaya en las Cortes que se celebraban este año en la villa de Alfaro, decretada por el propio monarca, el cual, creyendo al Señor partidario de sus parientes vizcaínos mandó vigilar el castillo de esta villa, en prevención de cualquier acto hostil, por parte de don Lope.

Estatua de Sancho IV  "El Bravo" en Tarifa
 
Esto refuerza la idea de que  los vínculos se seguían manteniendo estrechamente con su casa paterna y que el segundo señor de Abencalez, don Lope probablemente ya no estableció su residencia en Nájera como lo hizo su padre don Pedro. Es curioso como se manda vigilar el castillo de la villa y no la torre, por tanto, el poder militar estaba en el castillo que Fernán Núñez de Témez fue creando en torno a su torre, mientras que la torre de Abencalez, estaría en un segundo plano.

Finalmente la Casa de Haro cesó por línea recta masculina en el siglo XIV (perdiendo el mayorazgo del Señorío de Vizcaya) mientras que en la provincia de Córdoba siguieron dos ramas menores:

- La que nos atañe, la de los Señores de Abencalez que duraría hasta el mismo siglo XIV, siendo sucedido por la Casa de los Gutierrez de los Ríos.

- La de los Señores y luego Marqueses del Carpio, título que consiguió esta casa en el siglo XV y que perdura hasta el siglo XVIII, donde pasa a la Casa de Alba y que proceden todos del hermanastro de Don Pedro, y señor de Vizcaya, Don Lope Díaz de Haro, conquistador de Baeza.

El Carpio
 A esta ilustre Casa debemos también la repoblación de Abencalez con gallegos. Siempre se habló de la devoción de Fernán Núñez de Témez por Santa Marina pero ni este creó iglesia, en torno a la nueva fortaleza,  ni es probable que repoblase las tierras de otro señor. Luego sigue siendo una incógnita si realmente era devoción propia que traían los repobladores, o bien, se trasladó por parte de su hija al señorío de su marido, Abencalez.

Aldonza de Haro fue la última señora de Abencalez y Fernán Núñez que pertenecía a esta Casa riojana y la que dedicó estas palabras antes de que ocurriese  la Batalla del Campo de la Verdad a su hijo Alonso Fernández de Montemayor:


 Mirad hijo, se rumorea que vais a entregar la ciudad a nuestros enemigos. ¡No olvidéis que en nuestro linaje jamás ha habido un traidor! No hagáis menos que nuestros antepasados.

Tras un repaso por su linaje se entiende con facilidad estas palabras: los Haro habían participado en todas las Batallas de los reyes castellano-leoneses incluyendo las Navas de Tolosa o la conquista de ciudades como Baeza, Córdoba, Écija o Sevilla. 

Para terminar, es muy difícil seguir la pista a la Casa de Haro porque van cambiando de apellido en función de su antecesor: si se llamaba Diego, pasan a llamarse Díaz, y si se llamaba Lope, pasa a López y encima siempre se repetían ambos nombres de pila y se identificaban por un mote o por números romanos. Es por eso que quizás resulte difícil la lectura de estas entradas, yo he mirado la genealogía cada vez que escribía prácticamente y por eso, para quien le interese, aquí la dejo.

Lo único que pretendo es vincular nuestro pueblo con el otro lado de la península y demostrar que nos unen lazos con sitios tan impesables como Bilbao, Nájera, Haro o un pequeño pueblo de Navarra llamado Carcar.

miércoles, 5 de mayo de 2010

La tradición de Santa Marina de Aguas Santas en Abencalez [2]

Desde mediados del siglo XIII hasta unas décadas antes de la conquista de Granada en 1492 estas tierras eran continuamente asaltadas por los musulmanes del cercano Reino de Granada. Sin duda para nuestra historia local, la más decisiva fue en 1382 (o 1385, no queda claro). La aldea y su torre ya están vinculadas al castillo recién creado en torno a la torre de Fernán Núñez de Témez, ya que por unión matrimonial a finales del siglo XIII, del hijo del conquistador de la torre de Abencalez, don Lope Gutierrez de Haro con la hija de Fernán Nuñez de Témez, doña Constanza Fernández de Córdoba el señorío de Abencalez y el de Fernán Núñez ya eran solo uno. Unión que quedó reflejada en el escudo de nuestro pueblo.

Dos torres unidas por un arco: la torre de Abencalez y la de Fernán Núñez

Ahora solo quedaba algún hecho decisivo para trasladar la población y unificar el nuevo centro militar (el castillo) con los habitantes del señorío. Este castillo tenía más posibilidades de soportar los ataques árabes que la vieja torre de Abencalez y dominaba mejor las vistas sobre la vega del Guadajoz, vía de las principales incursiones. Se puede decir que a los árabes si les interesaba mirar hacia la antigua Córdoba califal por eso la importancia de la torre de Abencalez en su ubicación al noroeste, frente a la de la nueva fortaleza cristiana mirando hacia el reino de Granada.

Pero los árabes conocían donde se encontraban las debilidades de nuestro territorio así que tras intentar el asalto a la fortaleza, se dirigieron en ese fatídico 1385 a la pequeña e indefensa aldea. Y así, fue, la aldea fue totalmente destruída y saqueada se vió obligada a desplazarse a las inmediaciones del nuevo castillo.

A partir de aquí es donde se mezcla toda la parte anterior, histórica, con la leyenda o tradición. Se cuenta que una pastora de Abencalez, horas antes del saqueo andaba por las afueras de la aldea cuando se le apareció una mujer que decía ser Santa Marina de Aguas Santas y le encomendó la tarea de ir a Abencalez a avisar a todos sus vecinos del desastre que iba a ocurrir y que recogiesen todos los vasos e imágenes sagradas de la iglesia y se trasladasen hasta el castillo de Fernán Núñez. Para dar credibilidad de sus palabras la santa hizo brotar agua de la tierra. Dicho manantial se ha conservado hasta tiempos recientes con el nombre de "Pocito de Santa Marina"

La pastora avisó a sus vecinos, algunos la siguieron y otros decidieron permanecer en Abencalez. Los árabes llegaron y aquellos que permanecían en la aldea fueron apresados o asesinados. Para conmemorar este hecho al poco tiempo se construyó un monumento cuya alta base soportaba un crucifijo de piedra berroqueña que perduró hasta 1934 cuando fue demolido. Este monumento se le conocía como Cruz de los Desamparados, en memoria de todos aquellos que no se refugiaron en el castillo y fallecieron o fueron apresados. Adosada a la peana, por la parte de atrás llevaba una gran lápida que en 1717 mandó colocar el Conde don Francisco Gutiérrez de los Ríos, que es lo único que se conserva del monumento, hoy situada en la capilla de Santa Marina (antigua del bautismo, en la Parroquia de Santa Marina) en la cual se expone:

Es tradición inconclusa haberse aparecido la Gloriosa Virgen y Mártir Santa Marina, la que llaman de Aguas Santa en Galicia, muy venerada por su patrono, Don Fernán-Núñez de Témez, a una pastora que rezando pastaba algún ganado en este sitio por donde entramos al lugar de Abencalez, habitado por cristianos mozárabes, en tiempos de moros, ordenándole que fuese prestamente al lugar y dijese que los moros irritados, habían de venir a destruirlo y que asegurasen los sagrados vasos e imágenes en la villa de Fernán-Núñez que ya estaba fortificada. Entonces rompiéndose milagrosamente una peña, quedó abierto el pocito que se llama desde entonces de Santa Marina, y su agua entra por su pie en el humilladero, sin haberse agotado su caudal; que la nombrasen Patrona de Fernán-Núñez como se hizo inmediatamente, asegurando que por su intercesión no permitiera nuestro Señor que hubiese peligro en Fernán-Núñez y que se librarían de muchas enfermedades los que usasen fervorosamente de aquel agua y pocito, como reliquia de la Santa. Todo lo cual se ha verificado por la experiencia de mas de cuatrocientos años, y lo acredita el busto de la pastora con el rosario en la mano y corona de resplandores, que en esta Santa Cruz se ve, puesta poco tiempo después. En cuya memoria y por devoción hizo el Excelentísimo Señor Conde de Fernán-Núñez, Señor de esta villa y la de Abencaez, que esta lápida se pusiese a quince de Abril de 1717.

Aquí se vuelve a dejar constancia de la devoción por parte de Fernán Núñez de Témez, y de sus sucesores, hacia Santa Marina, pero no de como llega hasta Abencalez, aldea que no era de la juridiscción de don Fernán Núñez de Témez ni fue conquistada por el, surgiendo así la hipótesis expuesta en la primera parte de esta entrada de que más bien la devoción en la aldea surgió de manos de los repobladores gallegos de Abencalez, independientemente de la devoción que profesase el capitán gallego.

Es muy asombrosa la descripción de la cruz que se hacía en la lápida, sobre todo si se compara con la sobriedad de la actual cruz del siglo XX.

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