martes, 17 de noviembre de 2015

“El humor no debería tener límites, pero nos lo han recortado, como todo”

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Dijo Ramón Gómez de la Serna que “lo que más denigra al perro –y él lo sabe- es rascarse la cabeza con la pata de atrás”. Y por ahí van los tiros de Josep María Vallès (Barcelona, 1947) en ‘Mira que eres perro’, un álbum cargado de historietas de humor libre y escatológico que ponen en evidencia las miserias de los chuchos y de las bestias humanas.
En activo desde los años 70, Vallès ha publicado en revistas como ‘Hermano Lobo’, ‘El Papus’, ‘Por Favor’, ‘Muchas Gracias’, ‘Bésame Mucho’, ‘Makoki’, ‘TMEO’ o ‘El Víbora’. Su trazo chungo y sus enloquecidos guiones convierten sus chistes sobre sexo, drogas, cacas y fotomatones en auténticas bombas de tinta china.
Con la peregrina excusa de la edición de este álbum por Ediciones La Cúpula, marco el número de Vallés esperando que me contesten con un ladrido. Pero lo que escucho es una lejana vocecilla catalanoparlante trufada de interferencias que pregunta “¿digui?”. Tras cambiar tres o cuatro veces de teléfono y sincronizar los idiomas, empezamos, por fin, la entrevista. ¡Guau!
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¿Cómo te dio por hacer chistes de perros?
Pues porque yo, como casi todo el mundo, he tenido perro, aunque ya pasó a mejor vida. Con estos chistes empecé en ‘El Víbora’, y en realidad usaba al perro como excusa para sacar al personaje a la calle y hacer un humor más o menos escatológico. El pulso entre el perro que quiere cagar y el hombre que lleva la correa da mucho juego.
Ahora hay una auténtica plaga de chuchos. ¿Crees que siguen siendo los mejores amigos del hombre?
A mí me caen muy bien los perros, porque tienen una humanidad que no tenemos nosotros. Más que amigos, son como una pareja, aunque no siempre se practica sexo con ellos. La cosa de los amigos está cada vez más complicada y el perro es una apuesta radical: está pendiente de la persona y no discute ni se rebela. Es como una santidad.
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Tus historietas más antiguas son deliciosamente salvajes, amorales, políticamente incorrectas. ¿Era algo intencionado o te salía así?
Casi siempre me salía así, aunque reconozco que alguna cosa la hice por vocación de raro. Es que no era lo mismo hacer una historieta en la época de la revista ‘Bésame mucho’, que había que ayudar a acabar con el franquismo, que en los años de ‘El Víbora’, que era un rollo más anarquista.
¿Cómo recuerdas los tiempos de la mítica revista ‘Hermano Lobo’, fundada por Chumy Chumez?
Entré gracias a Perich, en la primera mitad de los 70, cuando la vida tenía más sentido, cobrabas bien por tus dibujos y tenías la sensación de que todo era posible. Me pilló con 20 años, había la misión de acabar con el franquismo y me lo creí. Pero ahora ya no me lo creo. Veo, por ejemplo, a Rajoy y me remite a épocas pasadas.
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En los años 70 también estuviste implicado en cabeceras tan legendarias como ‘El Papus’.
‘El Papus’ se ha mitificado, pero tenía mucho destape y un humor muy grueso, como de Jaimito, con chistes guarros y demás. Yo solo trabajé en ella unos tres meses, porque estaba preparando ‘Por favor’ y me gustaba más, era un poco menos basta, con Forges, Vázquez Montalbán…
¿Cómo valoras el famoso atentado contra “El Papus”?
Yo ya no estaba en la revista, pero es un reflejo de la época: el típico fascista que tiene un amigo que sabe hacer bombas y allá van. Lo malo es que ese atentado lo utilizaron para darse autobombo, vender más revistas y ponerse medallas. No es raro que estas publicaciones duraran poco. Los autores se fueron colocando y ya no había ese sentimiento de complicidad con los lectores.
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Vallès y un burro en los años 70.
En 1978 nació ‘El Jueves’, la revista de historietas más longeva de la democracia. ¿Qué te parece a ti?
Pues una heredera de ‘Por favor’, pero más light. Como no ha tenido rival, se ha vendido mucho durante todos estos años, pero a mí no me gusta nada. Prefiero el ‘TMEO’, que al menos te hace reír, cosa que es muy difícil. Porque ‘Mongolia’ la encuentro muy acertada de diseño, pero no hace gracia. En cualquier caso, hoy es muy difícil vender revistas, no sé cómo logran sobrevivir.
¿Y a nivel de calle crees que han cambiado mucho las cosas desde los 70?
Mucho. Como vivo en un pueblo en las afueras de Barcelona, tengo que coger el bus y veo que el ambiente es malo, veo el estrés en las caras… Es un reflejo de lo que sacan los periódicos. Noto un clima enrarecido y mucha desconfianza. Por ejemplo, si vas a un parque no le puedes hacer una carantoña a un niño porque los padres pueden pensar que eres pedófilo.
El asunto de Cataluña está también bastante crispado, ¿no?
Sí, a mi me da dolor de cabeza. Yo prefiero que los que manden estén lo más lejos posible.
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Tú que tienes un estilo tan punki,  ¿qué piensas del tan traído y llevado asunto de los límites del humor?
Pues que hoy en día la gente no distingue entre autor y personaje. A mí cualquier día me acusan de maltrato animal por mis historietas sobre perros. El humor se ha ido recortando, como todo. Si haces humor, puede ser bueno o malo, pero no debe tener límites.
Pero por suerte a ti nunca te han secuestrado ningún tebeo, como a Vuillemin.
Vuillemin es muchísimo mejor que yo, no se puede comparar. En general me encantaban todos los de la revista ‘Harakiri’. En Francia había gente muy buena. A Vuillemin le secuestraron el ‘Hitler SS” por reírse de los judíos, sí, pero un secuestro al final te acaba dando más publicidad, y si no mira ‘El Jueves’ con el asunto de la Casa Real.
¿Cómo haces tu las historietas, cuál es el proceso?
Me siento con el papel y el lápiz, sin pensarlo mucho, le voy dando vueltas y si tengo el momento me va saliendo. Hay que aprovechar ese momento y luego ya se pasará a limpio. Yo creo que no sé dibujar, lo he sufrido mucho. Hay que aprender desde abajo por muy único que te creas. Hay que empezar por los zapatos, eso te libera.
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En tus tebeos sale mucha droga, pero, ¿la usas para dibujar?
Ahora no, lo hago muy sobrio, con un café me basta. Ya han pasado mis épocas de brío, y creo que es más saludable ahora. Drogado pierdes mucho tiempo.
¿Cuál era tu droga favorita?
El caballo, es lo que más he tomado; bueno, y coca y porros. Para relajarme y dibujar me iba muy bien el speedball, que es heroína mezclada con cocaína. Eso me servía para soportar tantas horas sentado solo, dibujando. Y ahora estoy mirando a ver si consigo opio, que es una droga de la tercera edad.
¿Y a tus 68 años qué esperas de la vida?
He sacado este álbum de los perros y, nada, sigo dibujando. Acabo de pasar por unas circunstancias malas, pero estoy intentando volver a empezar, aprendiendo a dibujar. Por eso, cuando alguien ve un dibujo mío, me interesa más que me diga lo que está mal que lo que está bien.
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Selfie reciente de Vallès.

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