lunes, 27 de julio de 2015

Psicología: 4 consejos para ti que tienes un hijo con déficit atencional

El asunto del déficit atencional es bastante complicado. Hay un montón de personas en el mundo que piensan que no hay tal déficit, puesto que tal vez el trastorno (como cuadro neuro-conductual) ni siquiera exista.
Yo no estoy demasiado convencida de que exista. No hay un solo examen que baste para diagnosticarlo, además de que otros problemas como la ansiedad, algunos cuadros depresivos y ciertas discapacidades del lenguaje presentan síntomas similares y por eso, mi humilde consejo es que no se quede con la primera opinión, de cualquier profesional.
Tengo un hermano que sufrió durante muchos años de neurólogos que quisieron empastillarlo y de una mamá profundamente confundida con el qué hacer de estas cosas. Ella lloraba cada vez que volvía de las reuniones de curso, y todos los días eran una incertidumbre constante de pensar en qué iba a hacer en el colegio.
Y esta nota, está dedicada a otras mamás que quizá no saben qué hacer con niños que tienen un comportamiento similar.
Hay muchos supuestos tipos de déficit atencional. Generalmente los niños con TDAH (trastorno de déficit atencional e hiperactividad) son diagnosticados durante la vida escolar y esto persistiría hasta la vida adulta. Tienen dificultad para prestar atención y esperar su turno, son impulsivos y en algunos casos son hiperactivos.
Hablo por mí misma cuando les digo que no creo en los medicamentos y pienso, humildemente que suministrarlos a un menor es nefasto. Por eso he recopilado 4 consejos desde la terapia conductual para que su hijo se lleve mejor con usted, y con el medio que lo rodea.

  1. Los procesos son necesarios. Las conductas son aprendidas, repetidas y con la consistencia y perseverancia necesaria se van convirtiendo en costumbres. Y de cierta forma vas a tener que obligarlo a que aprenda que es necesario seguir procesos para conseguir las cosas.
Uno de los puntos conductuales fuertes del déficit atencional es la impulsividad y por eso, seguir un proceso consistente de cosas que tiene que hacer, por lateras que sean, puede convertirse en una costumbre que va a disminuir su impulsividad para ciertos casos.
Por ejemplo: Si él llega a la casa a la hora de la comida. Sería fructífero que el supiera que tiene que 1. Quitarse la chaqueta. 2. Colgarla en el lugar que indicado para ello. 3. Lavarse las manos. 4. Secarse las manos. 5. Colgar la toalla. 6. Sentarse y esperar por la comida.
Es sólo un ejemplo y parece un proceso muy cotidiano y latero para un niño. Sin embargo, repetir consistentemente en otros aspectos de su vida va a disminuir positivamente su impulsividad.
Nota: el orden de tu casa es muy importante. El caos sólo produce más caos.
Nota: Es importantísimo que si vas a iniciar esto, seas consistente y lo hagas todas las veces que tienes que hacerlo (ej. Todos los días, día por medio). Si lo haces a veces, es mejor no hacerlo, ya que envías el mensaje contrario.

  1. Economía de fichas. Es un sistema bastante eficaz para modificar la conducta y lo hemos utilizado durante años. De hecho es posible que en el colegio lo hayan usado contigo.
El objetivo de la economía de fichas consiste en fomentar, entrenar e instaurar una serie de conductas deseables y positivas. Además de aumentar la motivación y el interés hacia ciertas asignaturas y/o actividades que no resultan atractivas o motivantes para el niño.
La gracia de todo esto es que ustedes conversen y lleguen a un trato, el niño sea reforzado positivamente y las conductas se conviertan en costumbres. Ojo que es una técnica que necesita elevada programación por parte de los papás. En esta nota no nos alargaremos más al respecto, pero si te parece interesante, está bastante bien explicado en un montón de páginas de internet bajo la búsqueda: economía de fichas para niños.
Consiste en lo siguiente: entregar un estímulo (fichas, vales, puntos, estrellas, vales canjeables) que actúa como un reforzador simbólico inmediatamente después de la conducta deseada o que queremos reforzar.

  1. Enséñale las potencialidades y habilidades que ni siquiera él (o ella) sabe que tiene. Sentir que es especialmente bueno en algo, lo va a motivar para mantenerse ocupado y obligarse a sí mismo a terminar las cosas que empieza, aunque sea en una determinada área. No va a ser fácil, pero si se lo dices a menudo, existe la posibilidad de que lo interiorice y lo lleve a cabo.
Enséñale también que fracasar en una batalla no es fracasar en la guerra. Los niños con TDA suelen ser también muy poco tolerantes al fracaso y a las frustraciones. Rétalo cuando se ofusque y enséñale a dar y recibir elogios. Recuerda que todavía no han hecho un medicamento mejor que un par de palabras bondadosas.

  1. Infórmate. Nunca se puede tratar a todas las personas por igual, porque no todas las personas somos iguales.
No pienses que es el fin del mundo si él (o ella) no se porta bien en el colegio o se lleva mal con sus compañeros. Todos somos diferentes y va a llegar el momento en que vamos a sentirnos comprendidos con personas que son similares a nosotros. Si tu hijo no se porta bien, o al menos no como tú esperabas, intenta solucionarlo a través de pequeñas cosas cotidianas, regular su ciclo del sueño, tratamientos naturales de hierbas relajantes, lo que sea.
Excepto pensar que tu hijo condicionará toda su vida por una sola etapa. No permitas que nadie te diga algo sin buscar una segunda o tercera opinión. Tal vez, hasta sea un genio y no se ha enterado.

Consuelo HermosillaEl Ciudadano

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