martes, 23 de junio de 2015

Seis videntes que no adivinan ni la hora

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A estas alturas, no descubro la pólvora si digo que España es un país de pícaros, ladrones, buhoneros y timadores. Como celtíberos que somos, llevamos el chanchullo en el ADN y, tal vez por eso, resulta tan difícil erradicar la omnipresente corrupción.
Pero entre todos los charlatanes habidos y por haber sobre esta piel de toro, los videntes catódicos se llevan la palma. Una caterva de engañabobos capaces de soltar los más grandes desatinos para captar la atención y el dinero de los crédulos telespectadores, valga la redundancia.
Vamos a hacer un breve recuento de los futurólogos más letales, aborrecibles, verborréicos y, en fin, estrambóticos que se han asomado a la caja tonta. No son todos los que están, pero están todos los que son. ¿O era al revés? Da igual, eso es lo de menos en este artículo de trascendental importancia para la Humanidad, que diría el profesor Jiménez del Oso.

La Bruja Lola
“No ere perzona, ere una bazura”. Así le habló esta subcriatura de las tinieblas a un pobre televidente que le gastó una broma. Y es que Lola Montero no se anda con chiquitas: si te ríes de ella, te insulta a bocajarro y te echa una maldición de por vida.
La bruja sevillana hacía la pitonisa en una tele local cuando Carlos Latre empezó a imitarla en Crónicas marcianas. Luego se incorporó ella misma al pograma, más como freak que como adivina, pues por no adivinar, no adivina ni cuándo le va a dar un apretón. Pero dejemos de hablar de esta mujer, no sea que nos suelte aquello de: “Te vi a poné unah velah negra que te va acordá de Lola Montero”.

Rappel
Célebre pitoniso que suple su absoluta inoperancia parapsicológica con un aspecto inenarrable: túnicas, lentejuelas, colgantes, babuchas, gafas de mujer mayor, bisutería, tangas de leopardo y un largo etcétera. El autor de sus inimitables estilismos no es otro que el propio Rappel, que fue modisto antes que fraile.
Astrólogo de la tele y confidente espiritual de Encarnita Polo, Julio Iglesias, Raffaella Carrá o Cantinflas, Rappel amasó una considerable fortuna y una montaña de objetos esotéricos de escaso valor, parte de los cuales le fueron sustraídos en un atraco a su mansión. Una mansión que ahora pretende vender por cuatro millones de euros, dado que sus ingresos no dejan de menguar. Y es que la gente ya tiene bastante con la que está cayendo como para que venga Rappel a pedir 50 euros por un quítame allá esas cartas.

Aramis Fuster
“Háganme el favor de ser felices”. Durante años, este fue el grito de guerra de Maria Antonia Pérez Sánchez, más conocida como Aramis Fuster. Una bruja piruja con una labia y una pinta de putarraca que atraía a gañanes salidos y a marujas desesperadas por igual.
Pero la edad y la crisis hicieron mella en la excéntrica hechicera, que empezó a pasar serios apuros económicos. Desfigurada y medio loca, recurrió a montajes para captar la atención mediática: aún recordamos aquel cacareado intento de suicidio junto a su madre o el día que se rapó la cabeza en Dónde estás corazón. Y hace unos días, cuando la policía llegó a su casa para efectuar su desahucio, pues debía quince meses de alquiler, Aramis se había esfumado como por arte de birlibirloque; de todas sus pertenencias, solo quedaba una escoba. Ni el David Copperfield, oiga.

Sandro Rey
Jerez de la Frontera, 1967. El espíritu de su bisabuela se le aparece al niño Juan Antonio Rey Morales, que toma conciencia de sus habilidades extrasensoriales. Treinta años después lo tenemos practicando el mentalismo en canales locales, donde hace gala de su inmenso talento para NO adivinar el futuro y mandar “a tomar por culo” a los incrédulos.
Muy pronto, estas características, junto a su larga melena, su androginia vaqueriza, su desparpajo y su cara dura, lo catapultaron a programas de mayor audiencia, como ¡Mira quién salta! o Gran hermano VIP. Seguro que ni él mismo adivinó que llegaría tan lejos.

Aída Romero
A esta arrabalera pitonisa le basta con extender sus brazotes y empuñar un par de cruces egipcias, para predecir el futuro, limpiar karmas y transmitir buena suerte. Por ejemplo, tuvo a bien predecir los atentados del 11-S: “Le dije a un amigo que iba a granizar mucho y se caerían las Torres Gemelas, y así sucedió”.
Como tantas y tantas futurólogas, su estampa es muy parecida a la de una meretriz de pueblo, aderezada con túnicas, sortijas, colgantes y mucha pedrería. Por cierto, hace un lustro dijo que iba a usar sus poderes para acabar con el paro en España. Seguimos esperando.

Octavio Aceves
Al parecer, este argentino es el vidente más cotizado de España. Tal vez sea por sus tres carreras, sus siete idiomas, sus más de treinta libros o porque, a diferencia de otros, no viste como un energúmeno ni habla como un analfaburro, aunque esa pluma extrema no se la quita ni el sargento de hierro.
Con el tiempo y un bizcocho, esta especie de Antonio Gala esotérico se ha hecho rico, vive en un tríplex cerca del Palacio Real y tiene casoplones en París y en Capri. Lógico, pues se embolsa 100 eurazos por media hora de consulta, lo que supone unos 200.000 al año. O sea, que cobra el doble que el presidente del Gobierno por hacer lo mismo que él: tomarle el pelo a la gente.

Paco Porras
“El fantasma de Encarna Sánchez persigue a la Pantoja. Hasta que no la vea tirada como una colilla, no parará”. Con esta reciente visión, en la que intenta explicar todos los males de la presidiaria tonadillera, Porras se retrata a sí mismo. La suya es una  videncia de portería, donde se funden el chascarrillo, la descalificación, la mentira y el chisme. Este es, quizás, el secreto del éxito de este marciano: una lengua larguísima y un pelo paranormal. Lástima que el público no acabe de entender su figura y le propine una lluvia de huevos en cuanto se pone a tiro.

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