lunes, 1 de junio de 2015

Mujeres que podrían haber ensombrecido a las estrellas (masculinas) del fútbol, y les cortaron las alas




La capitana del 'Dick, Kerrs Ladies' saluda a la del equipo contrincante en un partido en Preston en 1920


Se espera que más de 70.000 espectadores sigan en junio, en Canadá, los partidos de la Copa Mundial de Fútbol femenino. Está bien, pero tampoco es gran cosa si se tiene en cuenta que el 26 de febrero de 1920 cincuenta y tres mil espectadores pagaron su entrada, en el Everton Goodison Park, en una barriada de Liverpool, para ver jugar a dos equipos femeninos, el famoso 'Dick, Kerr Ladies', contra el 'St. Helens Ladies'.

La asistencia rompió todos los récords del campo. Los beneficios, unas tres mil libras del momento, fueron a parar a un fondo de beneficencia para soldados heridos en la Gran Guerra y las jugadoras cobraron 10 chelines cada una. La figura de la tarde fue Lily Parr, una adolescente de 14 años y 1,78 metros de altura que fue imparable. El Dick, Kerr´s ganó por 4-0.

Tanto éxito fue su perdición: pocos días después la Football Association de Inglaterra dejó de reconocer el fútbol femenino, prohibió que se jugara en campos o estadios oficiales y desaconsejó vivamente su práctica. La prohibición duró hasta 1971 y la Football Association no pidió perdón hasta los años 80. Simplemente, habían tenido miedo de que el fútbol femenino perjudicara la asistencia a los partidos entre equipos masculinos.

¿Qué habría pasado si esa prohibición no hubiera existido? Como es obvio, en su momento no se dio esa explicación. La nota oficial de la FA decía que "las mujeres no son físicamente aptas para jugar al fútbol".

Una disculpa más falsa que un euro con la cara de Merkel, porque el 'Dick, Kerr Ladies' estaba formado por trabajadoras de una fábrica de municiones (La Dick, Kerr and Company), que pasaban más de diez horas al día entre explosivos, obuses y cañones y que tenían en su mayoría un curioso tinte amarillo en la piel, fruto de la toxicidad del azufre con el que lidiaban.

El fútbol, jugado al aire libre, era una buena medicina para esas jóvenes obreras. La mayoría tenía entre 14 y 20 años y jugaban de maravilla porque habían aprendido a mover la pelota junto a sus hermanos en los patios de las interminables barriadas de trabajadores de la industrial Walton, una circunscripción inglesa en la que estuvieron ganando los laboristas más marxistas, al menos hasta que apareció Blair.

El Dick, Kerr Ladies fue un equipo de ensueño. Incluso prohibido, teniendo que jugar en campos infames y sin árbitros colegiados, consiguió siempre arrastrar a varios miles de aficionados. Vestían camiseta con franjas negras y blancas, pantalón corto azul y cuando salían al campo lucían un delicioso sombrerito con los mismos colores de la camiseta. Pero cuando se quitaban el sombrerito, las obreras de la munición eran torreones formidables, ágiles y, según las crónicas de la época, extraordinariamente técnicas.


Soledad Gallego-Díaz: 'ctxt.es/es/20150319/deportes/614/Las-proezas-de-Lily-Parr-Coraz%C3%B3n-rojiblanco.htm'




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