jueves, 8 de enero de 2015

En España, los dibujantes asesinados de Charlie Hebdo podrían haber pasado por la cárcel










"Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos religiosos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesen o practican".

Este texto no pertenece a la normativa que rige un país islámico, budista o de cualquier otra confesionalidad. Es el artículo 525.1 del Código Penal español, un país supuestamente democrático y declarado aconfesional en la Constitución.

En España, pues, no te pegan dos tiros por dibujar una viñeta contra un obispo pederasta o por colgar un tuit riéndote de una procesión de encapuchados descalzos arreándose latigazos en el cuerpo. Pero puedes ir a la cárcel si con ello has ofendido sus 'sentimientos'.

Como en tantos otros ámbitos, las proclamas a la libertad de expresión que, con motivo de la masacre de París, han soltado los dirigentes políticos que, además de mantener este artículo, continúan endureciendo el Código Penal, son una vergonzosa indecencia.

La libertad para ridiculizar u ofender no solo debe ser protegida cuando se dirige a los fanáticos dispuestos a matar a quienes se ríen de sus dioses, sino que también debe ser válida cuando se emplea para reírse de dogmas, ritos o creencias basadas en la irracionalidad más absoluta. Porque los fundamentalismos solo se combaten con más libertad y más derechos sociales. No solo con policía y represión.

Los periodistas de la revista francesa que este miércoles fueron asesinados por dos terroristas podrían haber tenido problemas con la Justicia de haber publicado sus viñetas en España. Como le pasó a Krahe cuando se le ocurrió preparar un Cristo al horno.