jueves, 5 de junio de 2014

“Café y cigarro, muñeco de barro”: la explicación científica que estabas esperando

República Insólita

Publicado por Justin Case


Pocas cosas hay más clásicas entre colegas de trabajo que esta expresión. Después de un distendido desayuno en el bar donde tomamos el segundo o tercer café del día, alguno de los implicados, nada más llegar a la oficina, siente la imperiosa necesidad de manchar la porcelana. Es ese momento que, por mucho que se repita cada día, semana tras semana, siempre arranca alguna sonrisa a los presentes. Porque, ¿qué sería de un día de trabajo sin ese bendito elixir que nos baja de las nubes y nos permite aterrizar en la Tierra? Y, lo que es aún más importante, ¿qué haríamos sin esa visita obligada al excusado?
Eso mismo se preguntaron los autores de la investigación titulada ‘Effect of coffee on distal colon function’ (El efecto del café en la funciónd el colón distal), publicado por la revista Gut, especializada en temas relacionados con el aparato digestivo humano y editada por la Sociedad Británica de Gastroenteritis. ¿Una revista especializada en temas digestivos? Sí, ya se sabe que hay gente para todo. Y tal es su osadía que entrevistaron a 99 voluntarios preguntándoles por sus necesidades fisiológicas tras la ingesta de café.
Todos ellos jóvenes (con edades entre los 17 y los 27 años), para que los achaques de la edad no influyeran en los resultados del estudio, respondieron sin pudor alguno a un exhaustivo cuestionario sobre sus hábitos intestinales, teniendo muy en cuenta la incidencia el efecto que pudieran tener en ellos las bebidas. El 29% de los encuestados afirmaron que el café les empujaba a visitar el baño para hacer de vientre. De ellos, el 54% aseguraba que solo sucedía por las mañanas y el 58% que el café solo le invitaba a descomer si no lo había hecho antes ese mismo día.
Respuestas muy diversas y variadas que nos invitan a ir más allá. Como demostró aquel estudio, no se trata simplemente de que el café nos incite a visitar el trono de mármol. Es algo más complejo. Cuando leas estas líneas, la broma tomará un significado distinto con tus compañeras de trabajo. Esta investigación dejó claro que ellas son las más sensibles al efecto laxante del brebaje matutino.

¿Por qué el ‘perrete’ asoma el hocico nada más oler el café?
Más allá de las respuestas de los voluntarios que participaron en el estudio, los autores realizaron pruebas a 14 voluntarios para ver qué efecto tenía el café en su recto y en su colon. Con un endoscopio flexible, que probablemente hizo que muchos se arrepintiran de haberse prestado a ser cobayas, observaron como se incrementaba la movilidad de la parte final del intestino grueso en aquellas personas que sentían la necesidad de hacer aguas mayores al beber café.
Probaron con diferentes tipos. Nada de Volutto, Dharkan o Kazzar. Un simple descafeinado fue suficiente para dejar claro que aquellas personas que decían que el café les invitaba a manchar la porcelana, efectivamente, registraron un incremento de la movilidad en el recto y en el colon. Razón por la cual debían corren para llegar a tiempo al trono. Por eso, aunque había quien aseguraba que este efecto laxante tenía que ver con la cafeína, el estudio vino a corroborar que no era así.
Pese a todo, el estudio no dejaba claro el motivo por el cual el café ejercía este efecto sobre ciertas personas. Unos aseguran que es culpa de que aumenta la liberación de gastrina, otros que la culpable es la colecistoquinina y un último grupo lo achaca a mecanismos hormonales y neuronales. En definitiva, aún siguen buscando el motivo de que el brebaje matutino, indispensable para muchos, nos mande a conversar con el señor Roca.
¿Y qué pinta el cigarro en todo esto?
Si bien aún no han dado con la clave de cómo y por qué el café hace que la tortuga asome la cabeza, sí que han detectado el papel que juega el segundo elemento de la ecuación “café y cigarro, muñeco de barro”. Tal y como explica George Pinedo, cirujano coloproctólogo del Hospital Clínico de la Universidad Católica de Chile, el cigarro que muchos fuman después de desayunar podría ser el encargado de prender la mecha.
Según este especialista, el tabaco estimula ciertos reflejos que todos tenemos, de forma que no sería de extrañar que los cigarros provocasen un aumento del movimiento intestinal en ciertas personas, que no podrían reprimir las ganas de visitar el inodoro. Así, el mito dejaría de ser tal cosa y pasaría a ser una realidad.
Tal ha sido el impacto de esta pruebas concluyentes que, según fuentes cercanas a Starbucks, la multinacional trabaja en una oferta especial para que sus clientes vivan la experiencia en primera persona y, más allá de degustar sus carísimos cafés, se fumen un cigarro y manchen la porcelana. Todo en uno. Un lujo al alcance de todos.
Por supuesto, esto último no es más que una broma. Pero molaría…