lunes, 23 de septiembre de 2013

El ultimo naufragio

 MIGUEL ANGEL Toledano 23/09/2013
Ultimos días de septiembre. Intervalo nebuloso de cosas poco evidentes, espeso, un espacio de reposo del descanso envuelto en el olor dulzón de los racimos que aún se cosechan sobre un horizonte dorado pálido, como los sueños que ya se han desvanecido. Intervalo de temperaturas, de energías, de frecuencias. Como ha dicho Rosa Regás: "La vacación es demasiado propicia a la fantasía de lo que pudo haber sido y no fue, y con ella a la decepción". Tal vez por ello, durante estos días, los atardeceres enrojecen con trazos rugosos y doloridos, como luceros degollados que se desangran, aunque después se desvanezcan, entre veladuras cobrizas y añil, en las pinceladas más suaves de un último naufragio.
Los grandes almacenes y la publicidad permanente en las pantallas, encendidas a todo lo largo y ancho de los días y las noches, desean hacer tabla rasa y abrir un nuevo y repetido sueño de compras y gastos. Porque quieren hacernos volar, adelantarnos, ser ya pero ya lo que solo debemos llegar a ser cuando el tiempo lo disponga. En algunas personas septiembre provoca una sensación depresiva que deben clarificar cuanto antes, porque esa tristeza no se debe a ellos en ningún aspecto de su responsabilidad. Ocurre solo que nos sentimos invadidos por una nostalgia activa, propia del verano, del año, que se acaban, consumiéndose y guardando para sí los recuerdos de lo que ya no volverá. Ocurre sencillamente que nos hallamos inmersos en el ciclo vital de la naturaleza y de sus tiempos. Y nos resistimos al cambio que, al final, acabará apoderándose de nuestros miembros por sus puntos más frágiles, más vulnerables. Como siempre suele ocurrir.
Mas, a pesar de la tremenda inercia que aún nos mueve, están pasando cosas. Se está creando ya un mundo de identidades múltiples, híbridas, impuras, anómalas. Cuestionando la ceguera y el vacío que nos constituyen individual y colectivamente. Y no somos demasiado conscientes de ello. Tratamos de buscar, en estos últimos días de septiembre, lo inquietante que hay en la belleza y en lo cotidiano, descubrir lo cerca que estamos del horror. A veces en septiembre es lo que pasa. Tal vez sea mejor ahora no hablar, callar un poco, dejar que el silencio nos permita reposar y comenzar de nuevo.
* Profesor de Literatura