
El periodismo es una tarea noble. Una sociedad no puede ser libre verdaderamente sin esos profesionales que nos transmiten cada día la imagen de la vida real, ofreciendo una visión plural y contrastada de todo cuanto ocurre. Y abriendo ámbitos de información, espacios críticos de diálogo y opinión. Quienes vivimos los años de la llamada Transición hemos sido testigos directos del papel que los medios de comunicación jugaron en la consecución de un estado de derecho y de libertades, de seguridad social y de dignidad ciudadana. Y el esfuerzo realizado posteriormente en su defensa y consolidación.
Hoy, cuando, aprovechando la coartada de la crisis, se ha abierto un tiempo en el que de nuevo se ven amenazados y recortadosnuestros derechos laborales y nuestros bienes esenciales, cuando grupos de intereses y de poder pretenden intimidar, laminando en lo posible toda posibilidad de libre información, los profesionales que la hacen cada día, atraviesan momentos difíciles. Y no deja de ser una obligación sentirse junto a ellos agradeciendo su voz y sus silencios, dando ánimos, porque no puede existir libertad de expresión y de pensamiento cuando la amenaza laboral y las presiones penden sobre quienes hacen posible el flujo de la información, tan necesaria como el oxígeno de cada día. A ellos decimos que aguardamos sus palabras, que sigan saliendo para abrir el velo del alba. A ellos pedimos que nos ayuden a conservar la mirada clara del desorientado.