viernes, 5 de octubre de 2012

Me como el bocadillo donde me de la gana

Claro que me como el bocata donde me dé la gana, solo faltaba. Cada vez que veo una nueva ordenanza municipal me echo las manos a la cabeza y empiezo a correr en círculos. Tenemos el síndrome de una sociedad de viejos, donde todo molesta. Tenemos el síndrome de una sociedad extremadamente capitalista donde la calle es un sitio para ir de una tienda a otra, donde algún día no habrá ni bancos para sentarse, donde no puedes hacer nada más que pasar para llegar a la siguiente tienda y seguir comprando.

Ya me molesta bastante que no me dejen beber en la calle. ¿Quién es el político de turno para impedirme hacer lo que quiera en la vía público mientras no molesta a nadie? ¿Por qué tiene que multarme un policía por estar bebiendo unas cervezas en un banco con mis colegas? Que hay gente que se emborracha, mea, se pelea y hacer ruido en la calle, vale, múltales a ellos, pon baños públicos, habílita un sitio alejado, pon policía, lo que quieras, pero dame la libertad para hacer lo que quiera, siempre y cuando no moleste a nadie, más allá de los tiquismiquís nazis que les molesta todo.

Es mucho más fácil no dejar beber a nadie restringiendo libertades que afrontar el problema. Parece que es más fácil multar por comer pipas que poner papeleras. No se puede jugar a la pelota, no se puede patinar, no se puede correr ni saltar ni gritar ni hacer nada que les moleste. Lo más te puedes quedar quieto en casa y no protestar.

Pero lo de no dejar comerme un bocadillo en la calle es lo más. Es lo siguiente de lo siguiente. No sé si la idea es obligar a la gente a que consuma en los restaurantes, tocar los huevos, ser el ayuntamiento más fascista de Europa o como va la cosa.

Una cosa clara a los gobernantes. La calle es de todos, y está para el uso y disfrute de los ciudadanos. Si uno mea se le multa, si uno mancha la calle, se hace lo que se tenga que hacer. Pero legislar por algo que no has hecho da miedo. Como un futuro distópico donde todo está prohibido por si haces algo. Como si te prohíben expresarte libremente por si lo que dices es un delito.

Solo pensar en proponer estas cosas es un despropósito. El problema no es si se aplican o no, el problema es que es obsceno solamente decirlo.