Ocho
 personas, entre ellos una mujer de 20 años, fueron fusilados el 12 de 
agosto de 1942 en Almería por traducir y distribuir información de la 
cadena inglesa sobre la Segunda Guerra Mundial.
| Encarnita Magaña, fusilada en 1942 | 
Encarna
 tenía apenas 20 años de edad. De carácter entusiasta, quien la conoció 
afirma que era una joven inteligente, divertida y muy educada. Trabajaba
 como dependienta en la librería inglesa y no estaba afiliada a ningún 
partido o sindicato. De su efímera vida no se conoce mucho más y lo que 
se sabe no difiere de la de cualquier joven de su edad. Encarna tenía 
trabajo, su novio y un deseo innato de conocer. Sin embargo, el 12 de 
agosto de 1942 fue fusilada por el régimen de Franco en Almería junto a 
otros siete hombres acusada de “complot contra el Estado”. Su único 
delito fue traducir y distribuir información de la BBC sobre la Segunda 
Guerra Mundial. La historia de estas ocho personas y de la de los más de
 cien imputados en el juicio se conoce como El parte inglés.
“La
 distribución de los partes de guerra fue una excusa. La Falange se 
quitó de encima a aquellos a los que tenía ganas desde hace años y puso 
esta excusa como pudo haber puesto cualquier otra”, relata a Público 
Miguel Molina, hijo de Diego Molina, capitán del ejército republicano, 
fusilado en esta causa.
En
 Europa se estaba librando la batalla de las democracias contra el 
fascismo y en España el nuevo régimen aún no había conseguido 
institucionalizarse en todas las provincias del país. La victoria de los
 aliados en la Segunda Guerra Mundial era la única esperanza para los 
que habían luchado por el orden democrático y republicano, pero el 
silencio informativo y la manipulación de los medios oficiales hacía 
imposible obtener informaciones veraces sobre la contienda.
La
 única fuente fiable de información y la única esperanza de los 
republicanos eran los partes de guerra de la BBC que llegaban a la 
ciudad a través del consulado inglés en la capital almeriense.
“Un
 grupo de personas consiguió contactos en el consulado británico en 
Almería consiguiendo los partes de guerra. Entonces, los traducían y 
entregaban a los guerrilleros republicanos huidos y losintroducían en la
 cárcel a través de las hijas más pequeñas de los prisioneros o dentro 
de la comida, los pañales de los bebés...”, cuenta Martirio Tesoro, 
vicepresidenta de la Asociación por la Memoria histórica en Almería.
"El tío Paco"
Una
 de esas niñas que entraba en la cárcel a resumir los avances de la 
guerra europea era Ana María Moreno, quien actualmente suma 83 años. “A 
mi me daban una información y yo entraba en la cárcel y se lo contaba a 
mi padre como buenamente podía porque estábamos vigilados por la Guardia
 Civil. Por ejemplo, recuerdo que el pseudónimo de Franco era 'el tío 
Paco' . Así cada vez que teníamos que hablar de él yo hablaba de mi tío 
Paco”, recuerda Ana María, que por entonces tenía 12 años.
La
 red funcionó durante aproximadamente un año. El 18 de abril de 1941 la 
Falange descubrió destapó el caso y acusó a más de 100 personas de 
“complot contra el Estado”. Comenzó entonces un largo proceso que 
terminó con ocho ciudadanos almeríenses bajo una fosa frente al muro de 
entrada al cementerio de San José (Almería). “Había que limpiar rojos”, resume Martirio Tesoro.
El
 descubrimiento de este sistema de información oculto fue la chispa que 
prendió la mecha de la represión franquista en Almería. En esta 
localidad andaluza la Falange y la Guardia Civil mantenían una pugna 
para demostrar ante los altos cargos su valía y capacidad para mantener 
el orden en la ciudad y, quizá, obtener la alcaldía. “En esta Causa 
Judicial, que se sustanciaría durante unas pocas jornadas del mes de 
mayo de 1941, se utilizó un procedimiento denominado “inquisitorial”. Es
 decir, se podían utilizar medios poco ortodoxos para la obtención de 
las declaraciones, pudiendo llegar incluso a la violencia o tortura. Así
 veremos, que algunos de los testigos se desdicen de lo manifestado ante
 los policías de Falange cuando se presentan ante el juez instructor e, 
incluso algunos, ingresan en los hospitales con fracturas de huesos e 
incluso contusiones de todo tipo y por todo el cuerpo”, detalla Eusebio 
Rodríguez, historiador e investigador del caso.
La
 sentencia, publicada pocos meses después, condenaba a muerte a ocho 
personas por pertenencia a una “organización clandestina de tipo 
marxista revolucionaria antifascista de acción y agitación cuya 
actividad era la propaganda marxista organizada en el sentido de un 
cambio de régimen en España que habría que traer consigo la victoria de 
Inglaterra y Rusia en la guerra actual”. Entre ellos, la joven Encarna 
Magaña, la única mujer fusilada en la provincia de Almería.
 
