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A CALLE  MORISCOS 
D.
  José  María  Rey  y  Heredia,  nació  en  una  casa  de  la  calle  de
  los Moriscos,  en  el  dia  6  de  agosto  de  1818,  siendo  sus  
padres  D. Francisco  Rey  y  Dª.  Josefa  Heredia,  personas  
estimadisimas,  aunque de  escasa  fortuna,  y  administrándole  el  
bautismo  en  la  parroquia  de Santa  Marina,  su  señor  tio  el  
presbítero  D.  Pedro  de  Heredia  y Cisneros.  
Estudió  las  
primeras  letras  en  las  Escuelas  Pias,  llamadas generalmente  de  
la  Compañia,  y  después  latin  con  el  preceptor particular  Don  
Juan  Monroy,  quien  viendo  en  su  jóven  discipulo  un talento  
privilegiado,  escitó  a  sus  padres  a  que  lo  dedicasen  a  alguna 
carrera   literaria,   y  ellos  ansiosos  de  su  bien,  hicieron  
cuantos sacrificios  les  fué  posible  hasta  ver  a  su  hijo  en  el 
 seminario  de  San Pelagio,  donde  ingresó  de  interno  en  1º  de  
octubre  de  1833,  logrando al  segundo  año  el  premio  de  beca  
entera,  y  en  todos  los  once  que constituian  su  carrera.
En
  11  de  septiembre  de  1851, contrajo  matrimonio  en  la  parroquia 
 de  San  Pedro  de  esta  ciudad  con la  bella  y  virtuosa  Srta.  
Dª.  Teresa  Gorrindo  y  Castro.
Más  la  voluble  suerte, 
pronta  siempre  a  varias,  causando  tantos  males  como  bienes,  no 
tardó  en  traer  la  desgracia  a  ésta  nueva  familia  cuando  más  
felices se  juzgaban  con  las  infantiles  caricias  de  un  hijo,  
nacido  en  Madrid en  18  de  febrero  de  1854,  hoy  abogado  del  
Ilustre  Colegio  de  esta capital;   su   virtuosa   madre,   atacada  
 de   una   grave   y   penosa enfermedad  contra  la  que  no  bastaron
  las  saludables  brisas  de nuestra  sierra,  murió  en  una  de  sus 
 huertas  en  24  de  abril  de  1856,  a la  temprana  edad  de  
veinticuatro  años.
Desde  1851  se  ocupaba  D. José   Rey   y  
Heredia,   primero   en  varios   opúsculos   y   después reuniéndolos  
en  una  sola  obra,  en  escribir  la  que  hará  que  su  nombre sea  
una  honra  no  sólo  para  Córdoba,  su  patria,  sino  para  toda  la 
nación  española:  nos  referimos  a  su   Teoría  transcendental  de  
las cantidades  imaginarias,  que  nuestro  malogrado  amigo  dejó  
inédita. La  incurable  enfermedad   que  le  aquejaba,  iba rápidamente
  acortando  su  preciosa  vida,  viniendo  a  perderla  en  el mismo  
lugar  en  que  yacia  su  amante  compañera  y  en  el  que  ambos 
habían  nacido:  el  18  de  febrero  de  1861,  en  que  dejó  de  
existir,  fué  un verdadero  dia  de  luto  para  Córdoba.
Texto: Paseos por Córdoba de Teodomiro 
 
 
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