miércoles, 22 de marzo de 2017

'Trans' arriesgan su vida por vanidad; se inyectan aceite


La vanidad ha obligado a las personas transexuales a recurrir a métodoscon los que, aunque económicos y fáciles, ponen en riesgo su propia vida. 

Excelsior

Severos dolores son la consecuencia de una mujer transexual que recurrió a las inyecciones de aceite hace 20 años, cuando se inyectó aceite mineral en los glúteos para aumentar su tamaño.
En la actualidad, muchas mujeres transgénero continúan realizando estas prácticas con tal de tener un cuerpo de 'corazón', como ellas mismas le llaman.
"Una por ansiedad, por ilusión, por ganas, dices yo quiero ese cuerpo, ya quiero verme así”, asegura Yanira, quien afirma que los tacones y el sexy caminar no serían lo mismo si su cuerpo no estuviera moldeado.
La mujer comenzó a inyectarse químicos en los glúteos desde hace 10 años, debido a que es mucho más barato que realizarse una cirugía.
Dos litros de aceite se necesitan para formar ambos glúteos con una inversión total de 480 pesos.
Aunque en esta ocasión, Yanira únicamente compró material para un retoque.
Después de invertir mucho tiempo y poco dinero, Yanina sale de la farmacia con el producto que utilizará.
"Nada más fue un cuarto, fueron 58 pesos lo que invertí y es nada más para rellenar unos huecos”, señala.
Quienes recurren a estas técnicas, se inyectan sin medidas de higiene, ni conocimiento de medicina, de manera casera y los riesgos no importan mucho con tal de lucir bien.
"Muchas de mis amigas han fallecido, han muerto por querer tener esa apariencia de Barbie, de cuerpazo”, recuerda.
Arriesgan su salud como lo hizo Samantha, una mujer transgénero de la tercera edad, que hoy ya casi no puede caminar debido al aceite que se inyectó en el pasado.
"No puedo moverme tan fácil, son calambres horribles o punzadas en la saturación, tengo un agujeró grande en la parte superior de la columna. Estas lesiones no son a corto plazo, sino hasta muchos años después”, describe.
Samantha tuvo que llegar hasta ese extremo para comprender que la vanidad no valía la pena. Al inyectarse polímero, aceite mineral, quemado, de cocina y en ocasiones hasta de auto, es una amenaza contra la propia vida.
El deseo de que su cuerpo concordara con su ideal de mujer, la carencia de dinero, la falta de acceso a la salud pública y la escasa de información, llevaron a Samantha a acabar con su cuerpo.

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