viernes, 8 de abril de 2016

Político sobrevive 8 días perdido en el Ártico comiendo renos y construyendo iglús


Tenían un saco de dormir, un hornillo para acampar, leña, té y algo de azúcar.

Vice
Claro que, posiblemente, el bien más preciado de todos era su navaja, el instrumento que permitió al congresista de Nunavut de 62 años cavar dos iglús y sobrevivir ocho días extraviado en la tundra polar, uno de los territorios más implacables del norte del Canadá.
Pauloosie Keyootak, su hijo de 16 años, Atamie Quiyuqtaq y su sobrino, Peter Kakkig, de 47, fueron rescatados el jueves por la noche después que se hubiese activado un desaforado dispositivo de búsqueda por tierra y por aire, que se extendió durante días, una vez que el trío de expedicionarios no logró llegar al destino de su periplo. Finalmente fueron rescatados con ayuda de un helicóptero y trasladados a un hospital, donde se informó que su estado era bueno. Así lo ha informado Canadian Press, que habló con Keyootak el viernes pasado, cuando este ya se encontraba de vuelta en su oficina en el congreso Nunavut.
Los tres viajeros habían salido de Iqaluit, la capital del territorio, el día 22 de marzo, en lo que se esperaba que fuera un trayecto de 11 horas. Su plan consistía en desplazarse en motos de nieve a través de los 250 kilómetros que les separaban de Pangnirtung, y luego desplazarse a la costa de la isla de Baffin, desde donde se desplazarían hasta Qikiqtarjuaq, sendos vecindarios ubicados sobre la bahía de Baffin, el estrecho del Ártico que separa las aguas de Canadá de las de Groenlandia. Sin embargo, un fuerte temporal de nieve les desorientó y se perdieron a mitad de camino.
Fuimos sorprendidos por una tormenta de nieve", ha contado Keyootak a Canadian Press. "Esa es la razón por la que me perdí. Se borró el sendero. Y en algún momento entre aquí y Pang, di la vuelta en la dirección equivocada".
El problema es que cuando se dieron cuenta del error ya era demasiado tarde: no disponían de combustible suficiente como para regresar. La única alternativa que les quedaba para sobrevivir era construir un iglú e intentar cobijarse del viento y de las polares temperaturas de 30 grados bajo cero.
"Mi hijo y mi sobrino cazaron un reno", ha dicho Keytooatak. "Así es como hemos sobrevivido — gracias a la carne del reno". Poco después de construir el iglú, este se empezó a agrietar, de manera que tuvieron que construir otro.
Teníamos un saco de dormir y un colchón. Era todo lo que teníamos, así que el saco de dormir quedó para mi hijo".
"Lo más importante era mantener a mi hijo en calor. Yo y mi sobrino nos cubríamos con nuestras parkas cuando caía la noche. Sobrevivir en esa clase de condiciones, tan frío de noche, fue lo más complicado".

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