martes, 3 de marzo de 2015

NO PODRÁS


NO PODRÁS
José Antonio Illanes
Debo confesar que siempre he sido votante de izquierdas, y hasta militante. Yo creía que en este país podía votar a quien quisiera y hasta decirlo libremente, porque como nada debo a ningún partido, vivía con esa vana ilusión, pero descubro con sorpresa lo contrario. En las Europeas voté a Podemos y ha sido el acabose.

Yo podría estar ahora mismo escribiendo versos o contando cuentos e...n este muro, que es lo que más me gusta, y no pergeñando opiniones políticas de peligrosa trascendencia, pero hostigado por una legión de patriotas empeñados en salvarme a mí y a España, o a lo que queda de ella, me veo abocado vorazmente al verbo político. Me obligan.

¿Por qué? Quizás porque como el toro noble ante el castigo me crezco: que si chavista, filoetarra, antisistema, perroflauta, filocomunista, enemigo de España, analfabeto, manipulado, castrista, alienado, abducido, populista, bolivariano, corrupto, sectario, “aprovechadista”, proetarra, filoterrorista… Y solo por votar algo distinto a lo que el populus romanus venía votando hasta ahora. La mala sangre que yo tenía sin saberlo.

Merced a esa tolerante postura que tienen conmigo los críticos de la democracia venezolana –más mala o más buena no es asunto mío-, padezco un berrinche perenne y molesto que se traduce en artículos como este en vez de en prosa poética. El hecho de haber votado por encima de mis posibilidades a lo que un día me dio la gana, me ha acarreado estos pesares. Televisiones, radios, prensa, tertulianos, facebookeros, pelotas, tocajones profesionales, mediocres irredentos, perdonavidas voluntarios, cazarrecompensas… Una horda de patriotas, atemorizados unos, mercenarios otros, me fustiga sin piedad por ese delito. A mí y a millones.

Yo antes decía: “Sí se puede” con naturalidad, era como decir: “Pásame la litrona”, pero ahora, por mor de ese integrismo demócrata, lo digo hasta con enjundia, con ardor, con furia: “¡SÍ SE PUEDE!”, y es más, creo que ya hasta ¡SE DEBE!, a la vista de tanto ciudadano amaestrado y tanto asustaviejas a sueldo de lo que más parece un régimen de libertades que una democracia real.

Yo creo que en ese plan estamos millones de españoles, que mientras más acojonen, más hostiguen, más persigan y más infamen, más nos robustecemos, más apretamos las filas y, lejos de romperlas, más resistimos y más embestimos. Lo peor que se le puede decir a un español es: “No podrás”, y encima mentarle a los difuntos y chulearle en los morros. Los gánsteres se equivocan estrepitosamente en esta campaña de acoso y derribo a ciudadanos que solo votaron a quien les dio la gana porque han conseguido el efecto contrario.

En cambio tienen a otros muchos como al caballo de la foto, pensando estar atados a un muro cuando solo lo están a una silla. La sumisión al miedo tiene un infamante precio para el caballo: la esclavitud voluntaria, pero buen beneficio para su amo: el poder absoluto.