sábado, 21 de junio de 2014

HASTA ENTERRARLOS EN EL MAR



 
Por falta de vergüenza, de estrategia y principalmente de luces, la caterva de golfos que saquea el solar ibérico lo está convirtiendo en un criadero de rojos. Solo hay que conocernos un poco para saber que prohibirnos algo a los españoles es incitarnos a hacerlo. No hay cojones de tocar a un gabacho. ¿Que no hay cojones? Cago en to lo que se menea. Y le costó a Napoleón la guerra Europea, según confesó él mismo. Pues eso. No hay cojones de salir a la calle con banderas republicanas. ¿Que no hay cojones? Os vais a cagar. ¡Viva la república manque pierda, mancha golfos!

Si hubieran hecho la vista gorda con la tricolor -bandera legal, según sentencia del Tribunal Superior de Madrid del año 2003, como la del Betis o la de mi pueblo, símbolo de resistencia ante el francés-, no le habrían dado el día a Felipe VI el Preparado y hoy habría menos republicanos en España. Seguro. Desde luego, uno menos: el niño que llora en la foto mientras la Policía detiene a su madre por llevar una bandera legal al cuello.

Insisto: los españoles somos así. Los cenutrios de Armani que a diario nos saquean detestan a los radicales, pero a fuerza de golferías están radicalizando hasta a las monjas. Odian a los perroflautas, y a base de palos han conseguido hasta que formen un partido y concurran a las elecciones, con éxito notable, por cierto. Atacan a las redes sociales y a la libertad de expresión, y han logrado que hasta yo deje de escribir cuentos y me centre en darles caña cuando tengo un rato libre. A base de ordenar burradas a la Policía de la democracia están haciendo que la gente la vea como a la Policía de Franco. A fuerza de pelotear y manosear a la corona, tiempo al tiempo, abrirán una brecha insalvable entre España y Felipe el Preparado. De tanto manosear la constitución con triquiñuelas orquestales en la oscuridad, han logrado que muchos la vean como a un trozo de papel higiénico sin valor alguno. Y de tanto despreciar a los que ellos llaman rojos y radicales, están haciendo de España un criadero.

La foto de este niño llorando, viendo cómo se llevan a su madre por andar por la calle con una bandera legal es propia de una dictadura bananera y no de una democracia moderna. Debería recorrer el mundo y que la vieran hasta en China. España está en manos de trujimanes inmorales y chamarileros baratos al servicio del dinero, propio y ajeno, no al servicio de un pueblo libre amparado por una constitución. Si siguen por este camino, pronto habrá en España más rojos que en los tiempos de aquella república que tanto odian. Ante esta foto no se me ocurre gritar “¡Viva la república!”, aunque quisiera, sino “¡Viva España!”, porque es lo que debo. Sí, ¡viva España! Porque España era nuestra y nos la han vendido, España es de todos los españoles decentes que vivimos y trabajamos en ella. Sí, ¡viva España! La que han esquilmado y tanto aclaman, y a ese grito que nos han robado, deberíamos, cuando llegue la hora, atestar las urnas de votos hasta enterrarlos en el mar, como dice el poeta. Y después, si entre todos lo acordamos, gritar: “¡Viva la república española!”.