lunes, 2 de diciembre de 2013

El circulo de los dias

 MIGUEL ANGEL Toledano 02/12/2013
El que habla había decidido en aquel preciso momento de su vida guardar silencio. Abrigarse y volver a una vida desnuda recuperando la tibieza de los amaneceres lívidos del invierno. Volver a la luz, al café con leche calentito y a los amigos, al sueño de descansar de publicar y calmar esa angustia o ansiedad que provoca no el escribir, sino el deseo de escribir constantemente. Mejor leer, escuchar, atender a la vida en sus demandas, recuperando así el círculo de los días previstos para ser cerrados siempre a las puertas de la noche. "Aunque nadie me requiera ya desde los balcones ni las redes y nadie me abrigue la voz", se dijo. Pero esa determinación duró poco y, apenas sin darme cuenta, me encontré ya de nuevo junto a todos los que siguen buscando la ruta de los locos; los locos por vivir, los locos por hablar, los locos por ser salvados y deseosos de todo al mismo tiempo, los que nunca bostezan o nombran un lugar común y que arden, arden, arden.
El tiempo humilla y ultraja todo menos la canción. Y la canción siempre es algo misterioso. El alma del poeta se orienta hacia el misterio, dice Alvaro Pombo; la existencia misma, la existencia personal y colectiva, se orienta hacia el misterio. Toda sabiduría nace de la poesía y finalmente desemboca en ella de nuevo, pero todo parece perdido. No sabemos si las cosas mejorarán. Estaría bien poder escribir que otros vendrán que dirán: Qué dulce y fresca la mañana, qué formidable la muerte, qué aburrida la justicia. Vencer es un arte delicado. Disimular importa y tiene un sentido: frente a la enfermedad del adversario también se puede mostrar respeto.
Incluso sabemos que hay errores de forma entre las causas más nobles, pero juzgar es ya manchar a los demás. En fin, no basta con decir la verdad, hay que saber callarse con cierta elegancia. La mujer elegante gasta la mitad y luce el doble. Quizá, vamos a desearlo así, todo mejorará algún día. Quizá la belleza y la imaginación, el humor y la inteligencia, vuelvan a ser valores en una sociedad que, como decía Gloria Fuertes, se ha vuelto medio loca y no lo nota. Porque, ¿qué tamaño ha de tener aquí una verdad para que sea verdad? El mundo parece una falsificación permanente, y, sin embargo, todo lo que se imagina se necesita. Y por ello el que habla decide volver a escribir, aunque sólo sea para enumerar lo que el lenguaje permite amar contra todas las evidencias a nuestro alcance.
* Profesor de Literatura