sábado, 4 de mayo de 2013

Sobre banderas, patriotismo y república

Para muchos sectores de la sociedad el patriotismo lo identifican con el orgullo nacional, con la bandera rojigualda monarco/franquista, dándoles un carácter sagrado, intocable y por encima de toda crítica, a esa bandera le llaman “bandera española”, pero no como algo común de todos los españoles, sino como algo propio y exclusivo de determinadas posturas políticas, considerando que obligatoriamente todos debemos tener ese sentimiento “patriótico” hacía dichos símbolos y la enarbolan como si fuesen lanzas contra aquellos que no compartimos ese sentimiento. 


Esos símbolos oficiales jamás aparecen en manifestaciones populares o reivindicativas, aunque sí como motivos de celebraciones por victorias deportivas aderezadas por una machacona y manipuladora propaganda de los medios de comunicación. Pero en los actos espontáneos en que sale el pueblo a la calle, es otra la bandera española, la bandera que representa a esos españoles que también están orgullosos de serlo, que también son patriotas.

Continuamente en los medios se acusa a la izquierda de no tener una actitud patriótica, no comprenden o no quieren hacerlo, porque tantos españoles no nos identificamos con los símbolos oficiales que ellos consideran condición imprescindible para tener el título de patriota o de español.

La explicación es fácil, la bandera que ellos llaman española, o nacional, es la bandera que se usó contra un gobierno legítimo, contra el pueblo, en su nombre fueron asesinadas miles de personas. Con la muerte del dictador la herida se cerró en falso. El franquismo prostituyo la palabra patriotismo asociándola a la dictadura, convirtiendo el patriotismo en patrioterismo. Es falso, por mucho que los medios de la derecha digan lo contrario, que la izquierda no es patriota, que no sentimos la patria, se equivocan, en las clases populares lo que no existe es ese patrioterismo heredado del franquismo. 

No solo entre la derecha existe ese falso concepto de patriotismo, hay todavía amplios sectores de la sociedad que a pesar de sentirse defraudados por la monarquía, con toda la corrupción que lleva implícita, ponen casi como principal argumento para no apoyar una tercera república el cambio de bandera alegando que representa unas ideologías concretas. No se dan cuenta que no es así, que la República no es una ideología, es una forma de gobierno, simplemente, que normalmente, al menos a eso aspiramos, lleva implícitos unos valores éticos basados en la justicia, la libertad y la fraternidad… El patriotismo no es el amor a una bandera, a un rey, el patriotismo es querer al pueblo al que perteneces, luchar por el bien de ese pueblo por su presente y su futuro, criticar sus defectos y alabar sus virtudes.

Hoy por hoy hay pocos patriotas en el poder, por no decir ninguno, ni en la Casa Real ni en los gobernantes de este país, desgraciadamente muy pocos entre la decadente clase política, al gobierno no parece importarle la situación rinde vasallaje a los mercados sin importarle el pueblo, sin importarle la patria, tampoco la Casa Irreal da muestras de importarle el pueblo, de importarle la patria, han continuado con sus derroches y si han abierto la boca ha sido para apoyar las medidas contra el pueblo, contra la patria. El principal partido de la oposición anda perdido en un laberinto de falta de liderazgo, con muchos más pendientes de meter la cabeza que de dar soluciones, sin entrar en el debate y con miedo a afrontar los problemas reales del pueblo y sobre todo sin cuestionar nada, tampoco demuestran por tanto patriotismo. 

El patriotismo en la actual situación de España consiste en devolver la soberanía legítima del pueblo al mismo, acabar con la actual situación de amoralidad para profundizar en la ética laica al servicio del pueblo, del ciudadano, de la patria. Hoy por hoy esos valores éticos los representa, si ha de representarlos una bandera, la bandera de la República, la república en sí mismo como grado máximo de soberanía del pueblo, que es quien realmente forma la patria.

En España lo mejor es el pueblo. Por eso la heroica y abnegada defensa de Madrid, que ha asombrado al mundo, a mí me conmueve, pero no me sorprende. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos –nuestros barinas– invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva. En España, no hay modo de ser persona bien nacida sin amar al pueblo. La demofilia es entre nosotros un deber elementalísimo de gratitud. Antonio Machado.

Paco Arenas