lunes, 13 de mayo de 2013

Nadie niegue su boca


MIGUEL ÁNGEL TOLEDANO. PROFESOR DE LITERATURA 13/05/2013
La verdad que el hombre necesita para vivir no la puede obtener ni adquirir de nadie. Tiene que
producirla una y otra vez en su interior. El único viaje verdadero, escribe Proust, el único baño de juventud, no sería ir hacia nuevos paisajes, sino tener otros ojos, ver el universo con los ojos de otro, de otros cien, ver los cien universos que cada uno de ellos ve, que cada uno de ellos es. Y descubrir, así, la importancia del deseo y la memoria, de la ficción como responsabilidad, del anhelo de libertad, de la búsqueda del amor y su vinculación con el sufrimiento. Y por eso nos sobrecogen esas muchachas que se pierden bajo la lluvia, los maestros que descubren que lo que enseñan no vale para nada, los muchachos que logran iluminar un tiempo que solo muestra sus aristas.
Cuando el hombre decidió quedarse a vivir en aquella torre, después de buscar la oscuridad más clara, descubrió que había cerca una mujer que estaba dispuesta a llevarle de comer todos los días. Aquel hombre había decidido quedarse allí. Paseaba junto a la orilla y siempre se detenía ante la figura imponente del faro. No decía nada. Se sentaba en la playa, hacía un cucurucho de papel y lo llenaba de arena finísima hasta el borde. Lo cerraba. Y después, abriendo un orificio diminuto en su punta, contemplaba el tiempo o la memoria secreta de una vida que caía en forma de pequeñísimos granos de tierra de la que también estaba hecha la torre hermosa al fondo.
Un día, tras el breve amanecer de los relámpagos, una joven abandona el refugio en que un grupo de personas se protegen de una tormenta y se interna bajo la lluvia llevada por su deseo de ser abrazada. Otro día, el hombre le ofrece una jarra de vino a la mujer y lo beben juntos. De los labios de ella brota entonces, por efecto del vino, una historia misteriosa que habla de esos caminos perdidos que llevan a hombres y mujeres a buscarse. Esos caminos que nos conducen al reino del deseo. Hay escritores que novelan el fracaso de lo real para acoger nuestros sueños. La literatura es para ellos internarse en la oscuridad del mundo para descubrir en ella la memoria secreta de esa luz que necesitamos para seguir viviendo. Nadie niegue su boca a la belleza.