Fuentes de Competencia reconocen: "Los beneficios son para las empresas"
El 90% de los usuarios no disfruta ninguna de las teóricas ventajas que impulsaba el cambio: el conocimiento del gasto al instante y la personalización de la tarifa
La sustitución de los sistemas de medida impuesta por el Gobierno debe llegar al 30% a finales de 2014 y al 100% a finales de 2018
La Plataforma por un Nuevo Modelo Energético pide que se paralice la implantación y reclama al Gobierno que se instalen contadores que "no sólo resulten útiles a las eléctricas, sino también al consumidor"
El 90% de los usuarios no disfruta ninguna de las teóricas ventajas que impulsaba el cambio: el conocimiento del gasto al instante y la personalización de la tarifa
La sustitución de los sistemas de medida impuesta por el Gobierno debe llegar al 30% a finales de 2014 y al 100% a finales de 2018
La Plataforma por un Nuevo Modelo Energético pide que se paralice la implantación y reclama al Gobierno que se instalen contadores que "no sólo resulten útiles a las eléctricas, sino también al consumidor"
Algunos los llaman smart meters. Pero tienen muy poco de smart.
Al menos los que se están instalando en España. Los contadores
digitales de la luz que están sustituyendo a los tradicionales les
cuestan más caros a los consumidores y su única ventaja es que facilita
el trabajo a las eléctricas porque terminan con las lecturas
aproximadas.
Un portavoz de la Comisión Nacional de
los Mercados y la Competencia (CNMC) reconoce: "Los beneficios son para
las empresas, ya que cuando estén instalados y conectados se ahorrarán
los costes de lectura [que hasta ahora hacen operarios], de adecuación
de las potencias contratadas, del cambio de tarifa plana a tarifas de
dos o tres periodos. Si no cambian la legislación, a los consumidores
les seguirán cobrando por esas cuestiones".
Podrían
informar del consumo hora a hora; señalar de cuánto está introduciendo
en la red un usuario con placa foltovoltaica; ayudar a que las facturas
se ajustaran mucho más al consumo de cada cual; ser accesibles a través
de una web o una aplicación de teléfono o tableta... En definitiva,
podrían ser casi inteligentes y contribuir a un consumo energético más
racional –menor–. Pero no es el caso, a pesar de que la propia orden ministerial de febrero de 2012, inspirada en las directivas europeas, afirme que los "nuevos equipos" deben permitir "la discriminación horaria y la telegestión".
El sector calcula que se ha sustituido un 10% –los que tienen una
potencia contratada de hasta 15kW–; para finales de 2014 se debería
llegar al 35%; a finales de 2016, al 70%, y a finales de 2018 debería
haberse cumplido el 100%. Es ese 10% el único que podrá beneficiarse de
la facturación por horas que implantará el Gobierno a partir del 1 de
abril para aquellos usuarios que tengan contadores horarios.
"El principal problema es que no hay ninguna ventaja para el
consumidor", explica Jorge Morales, director de GeoAtlanter y miembro de
la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético: "Podría facilitar mucha
información al usuario, pero no lo hace. Sí que permite que te corten a
distancia el suministro, por ejemplo, pero no te informa de si ha habido
interrupciones. Se podría parametrizar el contador y adaptar a un mejor
consumo. Por eso pedimos que se paralice el plan de implantación hasta
que el usuario final pueda tener información del contador".
Según la CNMC, "las sustituciones de contadores derivadas del plan no tienen coste para el consumidor". El precio del alquiler,
por otra parte, es provisional. El de los contadores eléctricos
monofásicos es de 0,81 euros/mes –casi el doble que los monofásicos
tradicionales, que son 0,47 euros–; y el de los trifásicos, 1,36 –los
trifásicos viejos cuestan 1,53–.
No obstante, los
precios están pendientes de actualización desde junio de 2013, cuando
el Supremo anuló los precios de alquiler por "estar mal calculados". Desde entonces, se espera un dictamen de la CNMC que, según la orden ministerial de agosto de 2013, tenía que haberse entregado, como muy tarde, el 15 de diciembre.
Controlar la factura
Morales explica que "cuando tienes información, cuando sabes lo que
gastas y cuándo lo gastas, si conoces tu producción y consumo,
maximizas. Si no lo ves, es más difícil controlar el gasto. Incluso se
podría empezar a hablar de balance neto [cuando la compañía eléctrica
descuenta de la factura la energía que aporta a la red un usuario con
placas foltovoltaicas, por ejemplo]. Es que podrías saber al instante
cuánto te sube el consumo cuando enchufas la lavadora y elegir el
momento en que ponerla: por ejemplo, cuando más energía está produciendo
tu placa".
En la misma línea se manifiesta Cote Romero, de Ecooo,
que sostiene: "Nos los están imponiendo. No ofrecen datos de consumo,
no permiten la discriminación horaria, ni controlar la potencia. Su
implantación no supone ningún beneficio para el ciudadano; sólo para las
grandes corporaciones".
Lo que tampoco permite la legislación
es que uno pueda instalar en su hogar un contador muy evolucionado con
más prestaciones, como estar conectado a una tableta o un teléfono: "Ni
se plantea. Yo me compraría uno con estas prestaciones, estaría
dispuesto a pagar más por su alquiler, si me ayuda a conocer y
administrar mejor mi consumo. Pero no me dejan", argumenta Morales.
A consecuencia de todo esto, la Plataforma por un Nuevo Modelo
Energético ha enviado una carta al secretario de Estado de Energía,
Alberto Nadal, en la que reclama una reunión para abordar la
implantación de los contadores y también se están poniendo en contacto
con las asociaciones de consumidores con el fin de coordinar acciones.
Para impulsar la implantación de los contadores, aprobada a finales de
2007, Miguel Sebastián puso en marcha lo que entonces se bautizó como
Plan Contador, en junio de 2009. Un informe de la extinta Comisión Nacional de la Energía
de aquella época ya alertaba de lo que está ocurriendo ahora: "Para que
el consumidor pueda llegar a modificar sus hábitos de consumo es
necesario que cuente, al menos, con la información de su curva de carga
[...]. Adicionalmente, entiende esta Comisión que para que el consumidor
llegue a modificar sus hábitos de consumo, no es suficiente que el
consumidor conozca su curva de carga, sino que reciba las señales
económicas que sus decisiones conllevan. Por ello [...], lo que
procedería es abordar una profunda reforma de la actual estructura
tarifaria".
Han pasado cinco años, y nada de aquello se ha logrado.